Rojo:
No necesitamos ojos para llorar,
porque a través de las cortinas podemos
palpar la tristeza;
puedo ver lo compungida que estás.
No necesito, tampoco, manos para desear,
pero sí necesitamos el corazón muy blanco
para mancharlo, de vez en cuando,
de rojo intenso...
Verde:
Crecen en mi barba helechos,
mis pies son raíces al viento, descubiertas..
No siento más que esta tierra
y esta tristeza...
No puedo moverme: me inclina la brisa,
resbala la lluvia por mi cuerpo, como lágrimas,
y de mis ramas salen, sin tiempo
los mensajeros de mis días...
Amarillo:
Porque es una suave melodía,
una cara blanca, con dientes
labios suaves, ojos claros,
marchitos... Sol saliente:
arde como la ropa que vistes
rebota en mis sienes, y, en días grises,
brilla más que siempre.
Azul:
No es el mar, ni es el cielo,
es el congelado tiempo de esta historia,
este momento.
se consume una vela: abajo, en el suelo
cae su esperma, derretido, espeso...
Si nos arrepentimos del azul caliente
que quema sobre la base nuestra vela
de días, habremos logrado esto:
melancolía...
Negro:
Reina el silencio; a mi encuentro: el espectro.
Afila sus garras, traspasa mi cuerpo.
No rezo a nadie: cristo roto, vidrio negro.
No veo nada... Llegan frases que invento
para llenar el aire; este aire negro que respiro,
este mal que cabalga entre cementerios,
isla solitaria de olas bravías
revientan contra las rocas de un templo
saqueado por la vida.
Miro a lo alto: nubarrones; grises, negros.
Me arrodillo y siento la lluvia sobre mí;
aún queda un farol iluminado, a lo lejos...
- Autor: Hiems Aeternam (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de agosto de 2016 a las 15:09
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 60
- Usuarios favoritos de este poema: Urquiza
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