Quizás, quizás...

Laura Bracho

¿Sabes?, se me está haciendo imposible digerir todo esto que me imagino contigo. Siento la necesidad de vomitar las mariposas tan traviesas que yacen en mi estómago, las malditas ya parecen avispas y te tengo atravesado entre el pecho y la garganta. Debo contarte todas nuestras posibles vidas, quién sabe, quizá tú hayas pensado en alguna.

Y es que quizás, amado mío, fuimos un amor de verano e íbamos tan rápido que no pudimos evitarlo. Quizás nos gustaba pasar las tardes acostados en un prado, bajo la sombra de un gran fresno, hallándole formas a las nubes mientras caía el crepúsculo, perdidos en un ambiente campirano.

Quizás estábamos enamorados, perdidamente enamorados. Quizás los días fueron pasando muy lento y tenernos cerca era lo único que valía la pena para nuestros ilusionados corazones. Pero todo tiene un fin, el verano lo tuvo y, al concluir, lo nuestro también acabó. Quizás sufrimos al separarnos, quizás me destruiste y, posiblemente, yo a ti también.

Quizás pasamos el resto de nuestros días recordándonos y amándonos en nuestros sueños, viéndonos en las estrellas, susurrándole nuestros nombres al viento con la esperanza de que éste nos llevara un mensaje. Quizás fuimos felices al recordarnos y estúpidos al no reencontrarnos. Porque te sigo queriendo, amado, porque aún te recuerdo lleno de esperanzas e ilusiones, porque mi mano aún siente el fino contacto con tus dedos y se quebranta mi alma al sentirte cerca, pero al estar tan lejos.

Pero tal vez no fue así, quizás fuimos unos ingleses arriesgados, unos aventureros sedientos de nuevas experiencias. Quizás nos gustaba viajar por carretera para poder hacer paradas improvisadas, acampar y observar el cielo iluminado mientras nos besábamos los lunares. Quizás ya te sé, amor, de memoria y con cada suspiro te sé. Quizás el lugar era lo de menos mientras fuéramos tú y yo, única y exclusivamente nosotros.
Quizás nos amábamos tanto que no nos importó dejar todo atrás, tal vez en nuestro subconsciente existía la idea de que, si llegábamos a contar con mucha suerte, nuestros caminos se conectarían, así que lo más fiable era recorrer la mayor cantidad posible, digo, para poder reconocerlos en caso de perdernos el uno al otro. Sabríamos cómo encontrarnos, amor, al menos eso quiero pensar.

O, por otro lado, pudimos haber sido unos parisinos que caminaban de la mano, bajo una lluvia de esas que sólo caen en la noche, admirando nuestras borrosas figuras reflejadas en el río que estaba debajo de aquel puente, aquel en el que habían farolas con luces opacas y creaban una escena peliculesca, que era protagonizada por los enamorados personajes que representábamos en nuestra bonita historia de amor.

Pudimos ser muy románticos y disfrutar hablar durante largas horas mientras tomábamos café con crema bajo la soleada terraza del Les Deux Magots, reproduciendo los días en los que Ernest Hemingway, Albert Camus, Pablo Picasso y demás personajes importantes que, al igual que nosotros, concurrían ese mágico lugar. Quizás teníamos un acogedor apartamento en el que estaba todo aquello que nos hacía felices: una modesta biblioteca, un balcón con una hermosa vista y un pequeño jardín al que regábamos juntos y observábamos hasta el cansancio. Quizás nos sorprendíamos cada mañana con una nota escondida en un libro, sabiendo que la encontraríamos, pero con la inmensa gratificación de presenciar el efecto que el leer ese pequeño trozo de papel causaba en nosotros. Quizás París, con sus luces, sus almas enamoradas, sus corazones abiertos a todo tipo de sensaciones, con su aroma a amor en cada esquina, con petunias y margaritas, con la lluvia a mitad de la noche, con su espíritu romántico y apasionado, era el causante de esas vivas y furiosas emociones que se almacenaban en lo más recóndito de nuestros corazones...

Pero también pudimos haber sido una pareja tóxica, posesiva y destructiva. Quizás fumábamos hierba en un viejo sofá y discutíamos por estupideces. Muchas veces, incluso, llegamos a agredirnos con palabras que ennegrecían nuestros corazones en esos momentos, pero podía ser nuestra forma de expresar nuestro amor, ¿no lo crees?
Quizás amábamos nuestras imperfecciones, besábamos nuestras cicatrices, nos drogábamos y nos enamorábamos, lentos y alucinados. Quizás nuestros mejores recuerdos se basaban en una tarde en la que veíamos películas, armábamos uno que otro porro de marihuana, escuchábamos Roses, de The Chainsmokers y nos sentíamos parte de la canción. De hecho, quizás yo era un ensordecedor soliloquio que te repetía una y otra vez mi agobiado afán porque nunca me dejaras ir.
Tardes en las que todo aquello que no fuéramos tú y yo me era enteramente indiferente. Quizás me maravillaba la sensación de completa calma que te rodea, mientras las visiones de cosas que ya no recuerdo se paseaban frente a mí, sabiendo que estabas a mi lado y que no debía temer a nada porque eras mi escudo y mi baluarte, porque me sentía amada y te amo, como no te imaginas…

Pero, si quieres, también podemos estar casados y vivir en Beverly Hills, ser padres de dos hermosos y ejemplares hijos: un niño y una niña –luego decidimos los nombres–. Quizás nuestra casa es hermosa y demasiado grande, tenemos cargos importantes y somos exitosos en nuestras profesiones. Podemos ser tan comunes y entrar en la colectividad que reina en lugares así: quizás, amado mío, con el tiempo nos seremos infieles y fingiremos que todo está de maravilla, porque “qué vergüenza si los demás se llegan a enterar que no somos la familia perfecta”. Quizás sí llegamos a amarnos, sólo que tuvimos otras prioridades y esta sociedad hipócrita nos lo exigía.

Se hace imprescindible algo un poco más romántico: entonces somos ancianos y nos seguimos amando como el primer día. Quizás nos conocimos en la universidad y supimos que éramos el amor de nuestras vidas. Y así era. Es que pasamos por muchísimas cosas, experimentamos lo inimaginable, conocimos nuevos y hermosos lugares, fuimos a muchos conciertos, nos separamos tantas veces que perdimos la cuenta… pero siempre regresamos a nuestros amorosos brazos, porque sabíamos que no había mejor lugar en el mundo. Y los años pasaron dejando huellas permanentes en nuestros corazones, atestándonos de recuerdos que fueron suficiente para vivir de ellos. Quizás haya pasado demasiado tiempo, pero recordamos con lucidez el primer día en que conectamos y eso nos acompañará hasta el fin de nuestros días.

Puede que también sea esa chica pelirroja que se te acerca el primer día de clases, con la sonrisa más sincera y hermosa que hayas visto jamás, tal vez me convierta en lo que más quieres y nos entreguemos al amor como si de eso se tratara la vida.

Quizás me encanta dormir en tu pecho luego de hacer el amor, quizá me guste imaginar que puedo deshebrar tus sueños y colarme en ellos, puede que también me obsesione un poco presenciar el milagro de tu sonrisa. Quizás me alegre tanto por despertarme y saber que estás a mi lado. Cariño, ¿y si no me canso jamás de verte las pestañas y contarte las pecas?, ¿y si finjo perder la cuenta sólo para empezar de nuevo y pasar más tiempo contemplándote en todo tu esplendor, a mitad de un mágico sueño; y que me cuestione una y otra vez el hecho de que tus pecas están esparcidas sobre tu piel de una forma tan meticulosa que parece irreal?... Quizás sólo esté cegada por el inmenso amor que te tengo, pero disfruto tanto verte de esa manera.

Aunque también podemos vivir alejados de la ciudad: Quizás vivimos en una casa bosque, muy hermosa a decir verdad. Quizás hacemos caminatas en sus alrededores y acabamos siempre en el árbol al que, como unos jóvenes enamorados, le tallamos nuestros nombres encerrados en un corazón. Puede que sea muy cursi, pero siempre termina siendo una buena solución para un día difícil. Cariño, quizás realizamos fogatas en las que invitamos a nuestros amigos más cercanos, quizás se me dificulta en sobremanera llegar a definir las infinitas sensaciones que momentos como estos crean en mí: cuando las carcajadas reinan, cuando asamos malvaviscos y el tuyo siempre acaba quemándose, cuando el viento desordena tu cabello y lo dejas así, porque así está perfecto. Qué bello eres. Las llamas de la fogata reflejadas en tu iris hacen que tus ojos parezcan un cielo de noche, un rebaño sideral con alineados aljófares alrededor de tu cuello, dejando algo de ti en todo aquello que tenga un leve contacto contigo, provocando amarte con locura, así como te amo…

Quizás deseo con cada célula que el tiempo se congele en ese preciso instante, guardarte y guardarnos así en mi memoria. Así, sin más, rodeados de las personas correctas, perdida en tus ojos, extasiada de ti…

Quizás yo me esfuerce mucho por arreglarme para ti, por estar siempre con las cejas perfectas, con los labios rojos, llena de perfume, con el cabello impecablemente peinado… en resumidas cuentas, buscando como fuere posible, ser ‘’perfecta’’ para ti. Pero, para mi sorpresa, quizás te guste mi imagen por las mañanas y ames verme con el cabello un poco desordenado, pura y sin maquillaje, oliendo a sueños y esperanzas. Quizás yo me empeño por vestir con las mejores prendas y lucir vestidos hermosísimos que favorezcan a mi cuerpo mientras tú amas mi desnudez... Quizás me hagas sentir especial y logre amarme un poco también.

Quizás no quiera perderme del placer de acariciar tu cabello mientras nos besamos muy pero muy lento. Quizás tu aroma se quede impregnado celosamente en mis recuerdos, quizás te quiera sobre mí, mirándome fijamente a los ojos, como si viéndome de esa manera pudieras decirme cuánto me amas… Quizás yo logre entenderlo y te responda con un pequeño gesto que te haga entender que también te amo, mucho.

Dios, quizá me hagas letras y me conviertas en poesía. Quizás tú inspires poesía y te use como mi musa para poder escribir un bello poema con cada parte de ti. Quizás mi amor hacia ti sea tan fuerte y tan grande que me arme de valor y me digne, de una vez por todas, a decirte cómo me conviertes en una inagotable esperanza. Quizás no me baste esta vida para estar juntos y que de ahí provenga mi desesperado intento de imaginar tantas otras en las que seamos siempre tú y yo.

Quizás deje de imaginar todas estas posibilidades que existen entre los dos y empecemos a vivirlas. Quién sabe, quizás tú también me amas. Quizás, quizás…

 

  • Autor: Danielle Fernweh (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 10 de agosto de 2016 a las 16:30
  • Comentario del autor sobre el poema: Terminé de escribirlo ayer. Para ser sincera, no me estaba convenciendo y estaba apunto de tirar la toalla. Ayer aproveché un tiempo a solas para leer, escuchar poemas y música para que me fluyera mejor. Y sucedió. Ahora le tengo un gran cariño a este escrito, y creo que de eso se trata, porque, si no, ¿qué sentido tiene escribir si no estoy sintiendo aquello que escribo? Espero que disfruten leerlo y que tengan una bonita tarde.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 70
  • Usuarios favoritos de este poema: Flor Erendira, Arendy Nazar
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Comentarios2

  • gaston campano

    Me dejaste en la entrada de tu hermoso laberinto, paso a paso fui mirandote en tus intensiones, siempre guiada por ese quizas que me envolvió en una grata lectura.
    Una clara idea de ir paso a paso mostrándonos ese quizas que me fue embriagando para llegar al final y encontrar como cierre ese quizas, quizas,

    Nunca he leído un trabajo tan largo , pero cautivante, Te felicito para ser una jovencita y poseer tan buena redacción que no nos dejó en el camino.

    Laura te doy un fuerte Abracho.

    • Laura Bracho

      Me entra una gran emoción al saber que lo que estoy escribiendo puede llegar a transmitir tan bonitos sentimientos.
      Le agradezco muchísimo su comentario, de corazón.

      Jajaja, y sí, un abrazo para usted también. n.n

    • Santiago Miranda

      estimada, felicitaciones por su lograda forma de escribir. una consulta. ¿no ha intentado escribir cuentos o novelas? su forma es más narrativa que poética. saludos.

      • Laura Bracho

        Creo que mis enfoques están más adentrados hacia cuentos y novelas. Sinceramente, publico en esta página porque no sé dónde más hacerlo. El sistema de la página me gusta mucho.

        Muchas gracias. Saludos. n.n



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