Causalidades. Un hecho inesperado y aberrante lo convocó a la ciudad lacustre. El gobernador convocó a los que conforman el equipo de comunicación para enfrentar situaciones críticas y allí tuvo que viajar. El grupo, no muy numeroso, se conformó en un céntrico hotel. Había que actuar rápido y de manera contundente. Mucha adrenalina, discusiones y tensiones sobrevuelan ese tipo de reuniones. Las tormentas de ideas, a veces se vuelven tornados que destrozan todo en un par de minutos. Hasta que finalmente la calma permite avizorar algunas salidas entre las ruinas argumentativas. Buscando calma, decidieron dar un paseo para palpar el ambiente y depejarse. La ciudad, con sus majestuosos paisajes, se ve enorme, pero se achica en temporada. Todos confluyen en los mismos lugares. El Centro Cívico vestido de blanco suele ser el paseo donde todos se ven. A él le pareció reconocerla. Pero lo dudó. Mucha casualidad. ¿Sería posible encontrarla allí? Eso pasaba sólo en las novelas de Raymond Chandler. Era mucha casualidad. O quizás no. Volvió a observar y no tuvo dudas era ella. No se acercó, sólo la admiró a la distancia. Ella estaba acompañada. El atardecer se había puesto mucho más frío. Como su corazón. Miró la nieve. Arrojó algunas piedras al Nahuel Huapi. Pensó en la historia de Maitén y Coyán (http://www.identidad-cultural.com.ar/leernota.php?cn=3089). Y como cuenta la leyenda una pareja de aves se posó un breve tiempo sobre esas ondas del majestuoso lago. Las aves emprendieron su vuelo hacía las alturas. Y él, hacia el hotel. Tenía que resolver otra crisis. La de su interior no tenía solución.
- Autor: SRP (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de agosto de 2016 a las 22:14
- Categoría: Amor
- Lecturas: 32
- Usuarios favoritos de este poema: Ro Vercelli
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