Por el suelo pisado infamemente
rodó la cabeza de la estatua.
Desde el torso a los pies
salpicada fue de sangre,
sangre de revolucionarios,
de conspiradores,
de inocentes, de mariposas,
del pueblo triste y miserable.
Tres días hacía que,
como tropel de corsos en guerra,
escuchòse el llanto,
el grito,
el lamento,
el dolor de madres espantadas.
La negra procesión venía
desde casas con hambre
hasta el florido salón palaciego.
Aturdida y celosa velaba
una guardia junto a curas serviles.
Por delante,
el enorme y
lustrado catafalco.
¿Estaba ahí o,
acaso,
mandaba en el infierno?
En cuatro días rompierònse cadenas,
disipòse la sombra,
surgió el suspiro,
cayó la deshonra,
brilló la aurora.
- Autor: Samuel Santana ( Offline)
- Publicado: 22 de agosto de 2016 a las 12:37
- Categoría: Sociopolítico
- Lecturas: 36
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