Voy remeciendo flores hasta el cementerio,
quise recuperarte,
conmoverte, atesorarte…
Azul de gris en nieve percudida de sol,
la nota leve de la brisa hace un salto,
y colándose de rama en rama se hace tarde,
en los tejados de antes.
Mis pasos dejan estelas de polvo que danzan,
hacia el camposanto,
sólo hay esqueletos de aves,
confundidas con la niebla.
Sólo hay eso: cenizas y hierba.
El silencio y las ondinas se retuercen,
y mi mano destella un palmo de suerte,
una gota rauda de lluvia seca…
voy a fingir que estás cerca,
que me extrañas, y que todo esto te duele,
y nos hiere…
para siempre.
Voy contando pétalos de muerte,
cavidades,
tus edenes,
tus simas y tus sierpes.
Mis pasos dejan centellas y mármol,
cabezas de sombras en relieve,
y ese tabú siniestro e impío,
lleno de plumas en cada árbol,
dejara los claveles y el estío,
retorcido en tu tacto.
Azul de gris en cielo hecho jirones de ardor,
la marea que sospecho tuya,
nos desvaneció…
ROGERVAN RUBATTINO©
http://www.rogervanrubattino.com
- Autor: Poeta Psibernético (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de agosto de 2016 a las 06:27
- Categoría: Amor
- Lecturas: 72
- Usuarios favoritos de este poema: Cecilio Navarro, Alexandra L
Comentarios1
Agradezco su comentario M.B. Ibáñez. Cuando los latidos se rodean de cancelas, al menos el verso puede gozar de libertad.
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