SI SUPIERAS...

Si supieras lo que siento, comprenderías mi desesperación. Si entendieras  que escondo mi pena tras mi hipócrita postura. Que me muero por estar a tu lado. Y si lo estoy, no se que decir, ni como ocultar mi voz temblorosa. Sabrías que tiemblan mis piernas cuando estas cerca mío, y el corazón pierde su ritmo. Y mis ojos, ¡pobres ojos perplejos!, se someten sin esfuerzo al encanto de los tuyos.

Si supieras.. que todas las noches al pensar en nada, apareces ante a mi irremediablemente. Que no duermo adivinando que harás, que estarás pensando. Y se me ocurre que tal vez tu también te sientas sola, como yo.

Sueño despierto tenerte a mi lado. Tocar tus cabellos dorados. Sentirte viva junto a mi. Y creo entúpido hablarte, romper el encanto del momento, desvanecer en la nada este sueño pasajero.

Si supieras cuanto me hiere no saber decir te quiero. No tener un momento cada día para robarte una mirada, para mirarte en silencio cuando deambúlas distraída. O compartir a tu lado la sonrisa caliente de un verano.

Si supieras cuantas noches de hastío sentí tu aliento cálido en mi boca. Y sé que es la soledad quien pesa sobre mi ingenua imaginación alentando esperanzas ténues.

Cuantas sombras serían menos húmedas y frías. Tantas mañanas tendrían un mágico viento plateado, ¡si pudiera decir te quiero!

Que difícil es amar sintiendo mil pájaros que en la cabeza revolotean en torno de tu nombre, y entre ambos, un oscuro universo que quebrantar, una barrera intangible de mutismo que sortear.

Si supieras que cuando te miro, creo ver en tus ojos un brillo especial que desconozco, que ignoro, pero que defino desde lo mas profundo de mi alma como puro amor. Descubro la ansiedad prisionera de tus labios, y en tu boca la palabra nunca pronunciada que acabas de conocer. Conozco su significado. ¡Tantas veces mi corazón lo palpito ansioso!, en tanto yo, desvalido, ¡preste indiferencia a sus latidos!

Si no existieran las palabras. Si no pesara el vuelo del tiempo. Si fuese suficiente mirarte a los ojos tan solo. No habría noches de soledad. No existiría este silencio eterno de mi cuarto. Ni siquiera esta prosa incomprensible, que agoniza con las últimas luces del invierno, y renace como una flor en primavera cada vez que hacia a mi te acercas. Comprendo entonces que te necesito. ¡Que realmente te amo!

julio de 1981