Voy caminando,
escalando, subiendo,
trepando, trepando;
sí, trepando por las alturas
inconmensurables de unos sueños,
de unas ilusiones,
de una encomienda
y de metas atacadas por buitres,
por fieras,
por mordaces serpientes
y por arañas de manos sulfúricas.
Con el aroma de los atardeceres
de guerrero sostenido
por la furia de las tormentas,
de los huracanes,
de los torbellinos y
de las noches de espantos,
yo prosigo mirando la cúspide
donde duerme el heroísmo,
el triunfo, los logros
y las hazañas de un maestro
de enseñanzas indomables
como los volcanes
de tierras retorcidas.
No soy agua para derramarme
ni sombra para morir con la luz.
Soy otra cosa:
el acero,
el furioso guanaco en desiertos,
el fuego suelto en pradera
y la piedra cimentada en la
terrible profundidad del
violento y salvaje mar.
- Autor: Samuel Santana ( Offline)
- Publicado: 29 de agosto de 2016 a las 13:35
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 20
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