Se escucha el ulular de un can hambriento
la brisa abate fuerte la ventana
y sin estar presente Graciliana
se mueve el balancín del aposento.
¿Quién puede estar fumando en otro asiento?
El tufo es de la misma mariguana
y temo emborracharme hasta mañana,
quedarme sin respiro…sin aliento…!
No tarda en congraciarse la lechuza:
graznido que estremece hasta el mezquite
y al darnos la floresta del disanto
un astro en el cenit veo que cruza.
¡Oh Dios, el réquiem de la paz permite,
antídoto y reposo al camposanto!
- Autor: Marah ( Offline)
- Publicado: 30 de agosto de 2016 a las 09:40
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 36
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Kalianali
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