El suelo duro,
el aire sublime,
mis ojos casuales,
mi boca y su lengua,
mis fosas nasales.
Mi oído cóncavo,
mi pelo café,
mi piel de nieve,
mis dedos cual cadáveres.
Mi corazón explorador,
mis pulmones blanquecinos,
mis venas sangrientas,
mis entrañas roídas,
mis inciertas carnes.
Mis muslos torcidos,
mis vellos negros,
mi grasa paciente,
mis huesos enfermos.
Mis dedos fríos,
mi talón olvidado,
mis callos gastados,
mis uñas desiertas...
Mi alma y su ráfaga,
mis ruinas vacías,
mis sueños ahogados,
mi mente despierta.
Mis neuronas azules.
Mis imaginaciones muertas.
Mi espíritu desgastado,
sus alrededores enérgicos,
su contenedora formula
de algún dios incierto.
Mi ensamble humano, mis reloj y mis ropajes.
El tiempo que pasa indomable.
Los sentidos despiertos...
Las demás personas,
sus respectivas igualdades.
Sus miradas pintadas
por algunas deidades.
Sueño despierto.
Sueño tan yerto.
Sueño en sueños.
Sueño con sueños.
Yo...
Yo solo sé que vivo
y que no he muerto.
- Autor: HectorFlores ( Offline)
- Publicado: 2 de septiembre de 2016 a las 23:23
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 23
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.