Anoche,
el silencio nos hablaba,
susurraba
que el amor alivia las penas.
Mis manos,
al pasar por tu cuerpo,
suavizaban tus penas,
calmaban tu dolor.
Nuestros cuerpos
se reencontraron,
nuestros químicos se activaron.
Tu piel y la mía,
se fundieron
en el amor y la pasión.
En lo profundo del ser
nos reconocimos;
eras
esa pequeña flor
con su fragancia inconfundible
humedecida por la ternura;
eras
tierra mojada
por la lluvia del amor.
Eras tú, la de siempre...
- Autor: Walter Rafael Agüero Gomez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de septiembre de 2016 a las 13:11
- Comentario del autor sobre el poema: Creo, que a veces, el Altísimo conspira para permitirnos reencontrarnos con la pareja ideal; lo demás es responsabilidad de cada ser.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 60
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