Caminando al alba
por entre el bosque centenario
encontré un trozo de corcho
con la forma de su corazón.
Lo presenté sobre mi pecho desnudo
y volví a sentir
su calor de antaño.
Sentí sus caricias,
sus besos,
sus ímpetus varios,
su frenesí,
sentí su ardiente pasión.
Sentí que la mecía,
que me mecía,
que nos mecíamos
en la hamaca agraciada
con la brisa fresca del amor.
Después, asumiendo que soy,
lancé lejos
su corazón acorchado
y volví a tomar
mi senda conocida y solitaria,
volví a ser
árbol en el bosque, y
bosque en la tierra
de los bosques infinitos.
- Autor: luno ( Offline)
- Publicado: 8 de septiembre de 2016 a las 16:55
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 23
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.