Nadie carga con ese mástil
De tantos soles que se van muriendo
muchos soldados se van apagando,
se mueven las piezas penetrantes,
el tablero se vigoriza con cada bala.
Y encontramos que nos salen las ampollas
por cada fusil cargado.
El enemigo no se contenta con los
sollozos desconsolados, hemos de
caer de espaldas con nuestra mirada
noctámbula al hallar el negro.
Míreme camarada, usted ha de reclamar un
gesto mío, una mirada espantada.
Yo le diré que no, que si bien yo he
hecho sangrar por una bandera sorda, yo no
cargaré con ese mástil, camarada.
Sé que te vas a romper el alma
e implorar que llueven cruces para estas cadenas.
Me duele el pecho en esta revuelta
dejando mis cicatrices apagadas.
Desnuda está mi alma
que bandera nunca tuvo.
Apunte y dispare bien, señor.
Usted hará sangrar por una patria que no es la suya
y yo moriré por no cargar un mástil.
Los vestigios de la pólvora,
un desertor más de la vida.
- Autor: Franz Talíthier (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de septiembre de 2016 a las 12:53
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 37
- Usuarios favoritos de este poema: romo, eibaoga
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