Viene mordiendo el tiempo las arenas mientras los abrazos se desvanecen silenciosos, la parsimoniosa soledad se apodera de sus mejillas y el país empedrado de recuerdos frena faltando quince minutos para la media noche.
Se puede escuchar a lo lejos el chorro de lamentos desde el principio de los siglos previsto para este instante.
Se desata el tránsito de la culpa y la culpabilidad.
*****
Y asi, sin pensar y sin previo aviso el erudito abandonó su posesión más importante.
Dejó caer la coraza que lo ataba a la tierra, con la fuerza más pasiva de todas; la gravedad de las ideas y la facilidad de estar en pie.
El erudito puso punto final a todo lo que odiaba, percibiendo una efímera brisa, tan corta como el suspiro que se escapa después de llorar.
El erudito se ha ido y no queda más que seguirlo, porque sin el mi corazón no es más que un puñado de cenizas congeladas queriendo esparcirse por el mundo no subjetivo.
Paulina Dix
- Autor: Paulina Dix (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de septiembre de 2016 a las 17:23
- Comentario del autor sobre el poema: Dedicado a Pedro Verlaine.
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 24
- Usuarios favoritos de este poema: Paulina Dix, Arendy Nazar
Comentarios1
Son mis predilectos,
los versículos amorosos que rozan con finura el alma lectora,
y tú lo has logrado con loor.
Un gran abrazo
Amalia
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