Cabizbajo,
nervioso ante la incertidumbre de tu cuerpo,
no es miedo, si prudencia.
Me atrevo,
armo de valor cada músculo del cuerpo
y me lanzo al vacío, mientras en tus pupilas descubro,
la inmensidad de un universo nuevo,
placenteras sensaciones, que al compás nos elevan.
Y en la soledad del amor,
somos uno.
Ya no existe nada mas, mas allá de tus caricias,
todo es nada.
Dulce el iris de tus ojos, perdiéndose en mi mirada,
rebosante de deseo.
Y caricia tras caricia, se hacen grandes,
las ganas de hacerte mía.
Se funden los corazones y entre besos y sudores,
un te quiero que resbala,
¿de tu boca o de la mía?
Lentamente,
ya va amaneciendo el día.
- Autor: Lolaila ( Offline)
- Publicado: 17 de septiembre de 2016 a las 15:18
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 90
- Usuarios favoritos de este poema: Ascorbe, Kalianali, kavanarudén
Comentarios1
Una inocencia que se abre al dulce misterio del amor.
Intendo y precioso.
Kavi
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.