En el alto manantial de la la montaña
fluye la luz de la aurora llamándome,
su voz reverbera en mis ojos de agua,
antes oscuros, iridiscentes ahora.
Con un golpe seco de pedernal contra el alma
salta dentro de mí una chispa
que prende la reseca vida
y levanta el velo de una glauca mirada.
¡Abrid las persianas deprisa,
descorred la cortinas de la ventana,
que entre clara la mañana
y disipe la niebla de la vista!
Habladle de mi a la belleza radiante,
decidle a al dorado amanecer
que deseo licuarme en la luz
de su cálida y blanca morada.
Lugama, Septiembre 2016
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