El tiempo,
caminaba apresurado,
ante el árbol
de mi existencia.
Tú,
observabas
la caída de mis viejas hojas
y los brotes
pigmentados de esperanzas
que mostraban mi nuevo crecimiento.
Las viejas hojas
secas por la adversidad,
habían caído
para convertirse en mi abono.
Errores,
memorias dolorosas,
que dieron paso a la felicidad.
Corrí riesgos
mientras pasaba el tiempo;
la ira
era mi debilidad;
ahora,
el amor es mi fuerza.
La verdad y el amor
siempre triunfan.
Tú y yo,
nos dejamos sorprender
por el amor de Dios;
ese,
que nos lleva
como simples partículas
por el cósmico,
para consagrarnos
a vivir distinto;
a vivir en el amor.
Sin miedo,
aceptamos el reto
de la felicidad,
en la sencillez
y en la cotidianidad.
- Autor: Walter Rafael Agüero Gomez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de septiembre de 2016 a las 14:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 53
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