Ya era muy viejecita... Y un año y otro año
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,
sola como una hermana mayor en su jardín.
Se fue quedando sola con los brazos abiertos,
que es como si quisiera recibir a los hijos que se fueron,
con su suave manera de cruzar los cubiertos,
y aquel olor a limpio de sus batas de holán.
Déjenme recordarla con su vals en el piano,
como yéndose un poco con lo que se le fue;
y con qué pesadumbre se mira la mano
cuando le tintineaba su taza de café.
Se fue quedando sola, sola... sola en su mesa,
en su casita blanca y en su lento sillón;
y si alguien no conoce que soledad es esa,
no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.
Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,
en aquel «hasta pronto» que fue un adiós final,
aprendí que unas manos pueden ser mariposas,
dos mariposas tristes volando en su portal.
Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.
Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:
Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,
ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.
- Autor: "Gaviota" Romero (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de septiembre de 2016 a las 15:22
- Comentario del autor sobre el poema: Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas, en aquel «hasta pronto» que fue un adiós final, aprendí que unas manos pueden ser mariposas, dos mariposas tristes volando en su portal.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 19
- Usuarios favoritos de este poema: Alexandra L
Comentarios1
Conmovedor poema, Jose A. Buesa uno de los mas grandes poetas cubanos, gracias por compartir, excelente interpretación.
Una feliz tarde, Alexandra.
Muchas gracias Alexandra, por escuchar mi audio y por tu comentario. José Ángel Buesa es uno de mis poetas favoritos.
Cariños. DESDE SUECIA CON AMOR.
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