Madrugadas de silencios y grillos,
de sueños y anarquía.
Madrugadas de televisión y biberones,
de descalabros y madrugones.
Madrugadas de duda y armonía,
de sexo formal y clandestino.
Madrugadas de alcohol y tabaco,
de cocaína y desparpajo.
Madrugadas de lápiz y cuaderno,
de humedad y crímenes pasionales.
Madrugadas de luces rojas y de neón,
de azulados destellos y amarillos.
Madrugadas de insomnios y pesadillas,
de pastillas y pipí en la cama.
Madrugadas de caballo desbocado y azotes,
de morfina, descontrol y anfetaminas.
Madrugadas de frío, joyas y persecuciones,
de vómitos por los callejones oscuros del alma.
Madrugadas de éxitos y fracasos,
de deseos cumplidos y desencantos.
Madrugadas...
bellas o tristes madrugadas,
madrugadas...
relativas madrugadas.
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