Ay, madre mía, si supieses cuánto
lamento el que me hayas concebido,
tal vez, por un momento, entenderías
lo que es llorar de veras por un hijo.
Porque si comprendieses un segundo
la finitud humana y su destino,
si comprendieses algo de la vida
no te hubieses quizás reproducido.
Mas tú ignorante vives, sorda y terca
encerrada en tus cosas sinsentido:
la cocina, el trabajo, las revistas…
sin abrir nunca en tu existencia oídos.
Yo, en cambio, observo todo con cuidado
y al sufrimiento búscole el sentido
a veces en los textos, otras veces
en las cosas pequeñas y lo efímero;
pero nunca descubro algún consuelo
al llanto agonizante de lo vivo.
Porque emes de creerme que la vida,
(a la que me trajiste sin permiso),
esta vida que odio y que lamento,
implica sufrimientos infinitos
no ya por lo que no se tiene aquí,
no ya por carecer de lo querido,
sino porque el total de la existencia
es partícipe toda de este ciclo:
nacer y envejecer para morir,
luchando por el pan en el camino,
guerreando por el sustento diario
y hasta matándonos cual enemigos.
A la dicha existencia me trajiste:
a la lucha, a sufrir, a ser testigo
del horror de la vida y de la muerte
para que todo acabe en el vacío,
para que todo se hunda en una mierda
innecesaria y muerta a lo vivido.
¿Para qué me trajiste a la existencia?...
Tal vez para aumentar los afligidos.
Pero nunca respondes a mi súplica
y siempre sales con algún esquivo:
es que tu necedad es invencible
y niegas y reniegas tu delito:
el quitarme la paz del que no sabe
los dolores que afligen a los vivos.
Ay, madre queridísima, cuánto odio
que seas una fábrica de hijos,
y cuánto me lamento de ser yo,
precisamente yo, uno de tus niños.
- Autor: Sebafel ( Offline)
- Publicado: 26 de septiembre de 2016 a las 00:38
- Comentario del autor sobre el poema: Escribí este poema como forma de liberar algunas tensiones, pero incluye muchas cosas que realmente pienso sobre la vida. Ojalá sea del agrado de alguno y nadie se moleste.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 47
- Usuarios favoritos de este poema: la cuerva
Comentarios2
Pues esto me toca cuantas veces me siento impotente ante tanta injusticia,cuantas pruebas pasa uno,y no hay descanso en esta lucha intensa,son las nuevas generaciones que vienen siendo afectadas sentenciadas a nacer en este infierno,lo que manifiestas e tu reclamo que no quisiste nacer es un adelanto profético el día que las mujeres no queramos por voluntad propia procrear,será el fin de la humanidad.Y es lo que vendrá en conjunto con los otros exterminios ecológicos que causamos.Somos peor que Marabundas canibales , trogloditas y perversos sobre la tierra a pesar de tener razón.
Hola cuerva! Realmente uno pasa por mil pruebas en esta vida. A veces pienso que lo mejor era no haber nacido porque la vida no es fácil. Yo tengo hijos, tal vez por eso no entiendo a quienes deciden reproducirse. Pero bueno, ante tantas cosas malas que "pienso" de la vida tengo lo que "creo": mi fe cristiana. Una cosa compensa a la otra. La fe es el mejor contrapeso para el dolor.
Muchos saludos y gracias por comentar. Un abrazo
Hola cuerva! Realmente uno pasa por mil pruebas en esta vida. A veces pienso que lo mejor era no haber nacido porque la vida no es fácil. Yo tengo hijos, tal vez por eso no entiendo a quienes deciden reproducirse. Pero bueno, ante tantas cosas malas que "pienso" de la vida tengo lo que "creo": mi fe cristiana. Una cosa compensa a la otra. La fe es el mejor contrapeso para el dolor.
Muchos saludos y gracias por comentar. Un abrazo
Cierto,la de el optimismo .saludos
Responde del porqué nos reproducimos es tan sencillo como complicado a la vez, es producto mismo de la evolución del hombre, la necesidad intrínseca de dejar legado de nuestros genes dirían algunos, es mandamiento de Dios procrear y tener hijos dirían otros, acto de amor, necesidad de tener alguien a quien amar y que nos ame, en fin, cada quien elige su respuesta y su motivo. Pero una cosa es muy cierta y es esta, somos la suma de lo que hacemos con lo que hicieron con nosotros, sin importar el como y el porque eres lo que tu decides ser, una víctima sufriente o un luchador feliz, así de simple, ser o no ser feliz es una opción y, gracias a la vida que nos dan nuestras madres tenemos derecho a esa opción.
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