Era Invierno..

Algunos llegaron como la primavera; haciendo florecer todo a su paso, pintando el cielo de colores, agregando cada vez más brillo en cada blanca y esponjosa nube. Aquellos gorriones me cantaban sinfonías rebosantes de promesas de amor que me temía no serían cumplidas como sus ladinos trinidos habían asegurado, solo buscaban picar de flor en flor hasta extraer el polen que necesitaban o mas bien "anhelaban", quizá por capricho o por instinto. Al no obtener lo que tanto buscaban, partían, esfumándose en busca de un nectar alcanzable.
Otros fueron como el verano; los días se hacían largos en comparación a los primaverales, eran divertidos y llenos de alegría: como vacaciones y helados von chispas de colores. Sus cuerpos tardes calurosas en la playa, empapados en gotas salinas brotando por correr a la orilla del mar. Sus sonrisas de rayo de sol deslumbraban y cautivaban mis ojos tal cual atardecer en el malecón, pero, tanto calor y rayos de sol radiantes provocaron un incendio forestal, arrasando con todo hasta dejar cenizas, cenizas y nada más.
Esos que fueron como el otoño solo me desprendieron de mis sueños esperanzados en florecer con el tiempo, guardé mis sueños justo muy dentro de mi pecho para que así ellos no pudieran despojármelos. Al igual que un árbol desnudo quede, con las heridas expuestas. Se encargaron de apagar la diminuta flama que quedaba dentro de mí.
Pero Él; el era invierno, así lo sentía, los malos recuerdos habían emigrado al sur para poco a poco alejarse de mi por una larga temporada. Mi cuerpo desnudo lo había cubierto con su fina escarcha tapando cada golpe anteriormente provocado y con un beso en la frente descongeló todos esos sueños atrapados en mi pecho, ¿cómo podía dar los besos más cálidos?. Él era invierno y no hacia florecer bellos girasoles, tampoco hacia caer mis hojas, el no me cantaba promesas al oído ni mucho menos cambiaba las tormentas por arco iris, él era invierno y me enseño a querer las tormentas, apreciar los truenos y esperar a que todo pare, nunca hizo salir el sol por más frío que sintiera, siendo esto la excusa perfecta para dormir abrazados bajo sus sábanas favoritas. Al despertar, sintiendo su mano rodeando mi cintura, girando hacia su lado para poder verlo de frente, enredando mis piernas justo en medio de las suyas conservando el calor... observé hacia la ventana.. era invierno.