No puedo hacer nada, atado.
Soy quietud que se mira, otra vez.
Porque hasta hoy parece que no hice más que esto:
dar vueltas y vueltas sin saber dónde parar, cuándo
empezar a terminar las mismas querellas.
Soy otra vez el burro que se patea,
la voz ciega que pide agua en su desierto,
el héroe siempre impostado, vencido, de esta tragedia.
Ahora el mismo vértigo de escribir; acrofobia dicen,
pero más miedo que altura, digo,
son los versos que apuran, creo,
más ruido por dentro que silencio por fuera,
más hueso que carne, más profundo, más palabras…
Y cuando me lea, ¿qué perdón tendré?
Peino mis ideas para no verme calvo.
Hay que estar podrido de sentarse y esperar
para no tener ni un solo testigo
que al menos diga “qué calor”
que al menos te escuche incrédulo, te mire apenas,
te peine siquiera el flequillo hirsuto.
Entonces vuelvo por el panteón blanco
donde voy minando con mis ansias cansadas,
vuelvo sobre este cuerpo que promete ser cadáver,
esta lámina de paz que me mira con un millón de ojos
que me desatan y me empujan los instintos
a esos bordes de espuma revuelta
donde brotan mis manos como bombas
que escriben sin dedos, con fuego,
al son de la pólvora que el poema estalla.
- Autor: ivoascurra ( Offline)
- Publicado: 2 de octubre de 2016 a las 12:37
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 72
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, El Silente Vagabundo
Comentarios3
La esencia de tu genial poema se viste de blanco con tus hermosas estrofas, Ivoascurra..
Un grato placer leer tus versos...
Un saludo cordial de amistad...
El Hombre de la Rosa
Gracias por haber cerrado el círculo de este poema, y al mismo tiempo, haberle abierto nuevas líneas de fuga...
Saludo correspondido Hombre de la Rosa.
Muchacho!!! Que letras!!! Quedé impactada! ... Saludos.
Ross.
Increíbles versos. Transmite demasiado. Saludos!
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