El coche de mi vida.

Araceli Vellber

Tuvimos que instalar semáforos en los pasillos,

colocar una señal de STOP en la puerta de entrada

y alguna dirección prohibida en las habitaciones,

al final la casa se convirtió intransitable,

sobre todo cuando sonaba el claxon de noche,

era subir las persianas

y ese pellizquito de aire era vida

este vendaval es presagio de una niebla mortecina.

Eramos un perfecto manual de circulación vial,

pero sin saber utilizar los frenos

y aprendimos a conducir sin luces,

nuestros cinturones de seguridad, eran los abrazos

y ya me dijeron más de tres veces

que tu compañía no me convenía

y yo, lo negué como más de cien,

no pretendía ponerle barrotes al corazón,

no quiero, no,

no me gustan los pájaros en sus jaulas

y de las jaulas me gustan aquellas

que no tienen puerta.

Dejaremos los semáforos en ámbar.

  • Autor: Araceli Vellber (Offline Offline)
  • Publicado: 7 de octubre de 2016 a las 08:36
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 56
  • Usuarios favoritos de este poema: Peñafuente
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