Es de noche y quiero hablar con la luna,
¡pérfida luna que no quiere oírme!,
y sin respuesta alguna,
viste de negro en el cielo que duerme.
El albor despierta enfermo de niebla
y el sol lo aclara con rayo dorado
que atraviesa las nubes.
Ese optimismo en mi mente retiembla.
Menuda suerte del día,
en que el sol con amor cura
día enfermo con premura.
Y no como al alma mía,
porque cuando ella vivía
embestida de pasión,
con falta de dilación,
un resplandor soleado
de esmeralda acompañado
hirió mi consolación.
Siguiendo en pie mi esperanza,
y sin creer en los soles,
quise buscar los laureles
de una flor morena y hermosa.
Vestida de gran belleza,
en el color de sus pétalos
no daba a notar los filos
de las espinas del tallo.
Se vio con ellas el brillo
de mi sangre por los suelos.
Ya opacado por la muerte
de mis sueños utópicos,
bellos colores intrínsecos
me privaron de la mente,
y el dócil y tierno ambiente
que la mujer me pintaba,
sólo un vil desdén mostraba.
Para mi muerte de espinas
faltaba una falacia
con color de desgracia.
¡Cuán mentiras harto finas!
Incertidumbre causa mi historia,
porque sabiendo que busco un destino,
no sé a dónde se dirige mi gloria...
Mar, ¿qué es lo que haces? Sólo lanzas olas,
olas que van a inexplorado puerto,
puerto del que carecen de salida.
Los epicúreos, siendo hedonistas,
buscaban vivir vidas en segundos,
y sin sentido amplio,
morían en el placer y goce hervidos.
López Velarde logró enamorarse del amor
y el sueño de infante se lo llevó hasta la muerte.
Ni Sigfrido que murió por lanza traicionado,
ni Romeo que sucumbió por un veneno ardiente
y ni los grandes dioses romanos Júpiter y Febo
han tenido el valor de este guerrero valiente.
Es místico lo que busco
y doy las gracias a mi dios
por buscar lo que desconozco...
Desesperado estaría sin tener camino,
mas inquieto estoy por vivir en camino lóbrego,
porque en la oscuridad las notas pierden el tono
y los cisnes no encuentran sus plumas en el lago.
Riesgo corro al sondear tan ofusco sendero;
fieras existen que quieren borrar mi destino,
mi mente es abrumada por aciago espectro
que me pregunta con miedo qué es lo que yo quiero...
Catulo se embrollaba con el sueño del amor,
y sin saber lo que era, posaba sus sienes
en la ilusión que el poeta vivía sin temor.
No soy valiente como muchos hombres,
porque la idea de un nuevo comienzo
me vuelve niño con mil pesadumbres.
El placer aventura al inocente
que carga congojo de piedra a solas:
abandonar tinieblas
y llegar a un paraíso ferviente.
El juego de Platón busca consolar
dos llamas en un fuego,
así define Bécquer este juego
y es duelo divino y bello de soñar.
Existe la unión de fuego y agua,
por eso existe el erotismo,
erotismo que el mismo
Eros creó con la fermentada uva.
¡Dios mío, dame suerte en esta búsqueda!
Tres destinos me pueden llevar a uno...,
pasaré tres etapas
y al final la noche se volverá día.
¡Dios, unión de cielo y tierra,
no me dejes nunca solo!,
porque aún con el sol en vida,
seguiré buscando lo desconocido...
- Autor: Fermín Medina ( Offline)
- Publicado: 9 de octubre de 2016 a las 14:02
- Comentario del autor sobre el poema: Estos versos son los más importantes de mi libro registrado en INDAUTOR, tanto que así decidí que mi libro se llamara: "Buscando lo desconocido". Desde que nacemos buscamos lo desconocido, y algo desconocido para un hombre, no es sino el amor de una mujer entre tantas cosas de su vida. Provoca miedo la idea después de haber hecho el intento, y justo después de eso, el despecho nos obliga a refugiarnos el alcohol y en otras mujeres, utilizando el placer como un analgésico. Pero nunca se pierde la idea de amar y sólo esperamos el voto divino de Dios: la mujer con la que lleguemos al altar. Mientras tanto nos seguimos envolviendo en las garras de le fruición y del placer efímero.
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