EL MÁRTIR

orlando balbas

 

La resurrección de Cristo, al tercer día de su injusta crucifixión, es al mismo tiempo, el arrepentimiento del pueblo que lo condenó. Desde ese instante quedó la memoria de la humanidad  impregnada de la sabiduría de un ser resplandeciente que predicó la paz, la solidaridad  y el amor al prójimo.

El poder religioso del sistema político de Roma, no aceptó un liderazgo tan desafiante a su propia existencia. La irreverencia espiritual trastocó las legiones militares, las armas y estructuras de un Estado potente, inmisericorde e imperial.

Era inconcebible como un ser humano, confundido entre los humildes y desposeídos, pudiera  llamar a la salvación, exaltando el amor, indicando a los poderosos la necesidad  de compartir su bienes, demostrando que en la buena voluntad, pacíficamente, hay toda la posibilidad de una vida esplendorosa y feliz, sin acumular  rencores ni violencia, concibiendo una sociedad donde ricos y pobres construyan un mundo mejor, donde la riqueza material no fuese causa de pobreza para los demás.

La alta jerarquía judía del Sanedrín, máxima autoridad religiosa de Roma, manipuló la opinión de los  que decidieron la muerte de  Jesús de Nazareth, al considerarlo blasfemo y falso.    

Comprenden muy tarde  el error y la infamia cometida contra el  redentor.  No entendieron sus palabras,  su mensaje de paz, el amor que pregonó el mártir, hijo de María y del carpintero José.

       

 

 

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  • Autor: chucho (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 9 de octubre de 2016 a las 15:55
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 16
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