La congoja luce oscura cuando punza el alma libre.
Como pordiosero el corazón grita y llora de dolor.
¿Qué hacer cuando el espíritu se muere de mengua?
¿Qué hacer para acallar las embates del hastío, si éste
llega cabalgando de prisa, sin mirar a los lados, ni
mucho menos, detenerse a implorar?
¡Qué hacer si la angustia lo tiñe todo de azul!
Afligidas las melodías caminan y, tropiezan con los corazones
rotos. Las aguas ruedan por la calzada dejando humedad y frío.
El silencio opaca la antigua alegría. Mientras mustio, gris, árido
se orienta el canto de los pájaros, que se alejan y se niegan a
posarse en la ventana para dejar su grácil trova.
También ellos, hacen grave silencio con su condena a cuesta y
seguro piarán sin querer y lo harán por el deber.
Nadie llega a consolar, ni ninguno viene a expiar sus penas.
La soledad aprieta los espacios y todo huele a apostasía…
¡Es la vida, dicen los que transitan la calle!
¡Es la muerte en vida, con alaridos, expresa el ciego!
¡No es nada de nada, sueltan los espantos!
¿Quién o quiénes lo sabrán?
Todo los que miran están como ausente, rostros blancos
de fantasmas deambulan por los rincones parvos y sucios.
No hay quien dé señales de existencia fiel, la oscurana se
apodera de la luz y la sumisión no descansa al castigo del
poder. Un mutismo engrandecido hace burla y musita
acerca de la bondad que, iracunda, se ahuyenta…
¡Nadie quiere asustar a los espantos!
Hoy el silencio es rey, anidado en su majestad y coronado
por la impaciencia y el desespero gime, quiere encontrar
su expiación con una defunción sin tumba.
La nobleza del cuerpo se acrecienta para recitar versos que
hablen de esperanza. Albur de los errantes que no llegan.
La quimera deja correr sus cortinajes para soñar en vigilia y,
cuando las quejas del alma se hacen insufribles, surgen sollozos.
No hay bullicio y el mutismo vuelve para poder escuchar las
voces que se confunde con las letanías.
Muy a lo lejos, se escuchan ecos extraños, son las plegarias
de los píos que no flaquean en su afán de revivir a los muertos
y rezan.
No hay comunión posible con el dolor y el pensamiento miente
para hacerse dueño de todo el sentir. No se muestra el afecto y
todo parece adecuarse a la inexorable razón.
¡El sentir es la ilusión de una razón que no admite su ficción y
exhibe sus galas en su afán de lograr filiación y aceptación!
Raiza N. Jiménez/
Derechos Reservados
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.