**~La Risa Escondida - Cuento Corto~**

Zoraya M. Rodríguez

Había una vez una casa de madera en un bosque llamado El Corral. Lo llaman así, porque cuando entras al bosque no hay más salida que una cueva donde la risa esta escondida como la sombra. La risa escondida y todos pernoctan allí, buscando la salida del bosque El Corral. Se quedó la risa como eco de un funesto combate entre vivir o morir en medio del bosque. La encomienda a este evento nocturno es un coro de voces que hacen compañía a la soledad y al frío nocturno. Que se debate entre una paz y una guerra de una red que atrapa sin hallar la salida. La cueva El Claro Sol, canta al compás de la medianoche y nadie se percata de lo que ocurre allí. En el bosque pernoctan, sin saber la leyenda que ata a este bosque llamado El Corral, los ciudadanos llamados “Un Soldado En Milicia”. Ellos se inmiscuyen en el bosque por encomienda del general que los alerta sobre esas voces que algunos dicen en leyenda. El cobito Perezo, un militar joven, pero diestro en todo, se adentra al bosque El Corral. Cuando sabe que no hay salida por ninguna parte del bosque, decide entrar a la cueva El Claro Sol, cuando toman de su voz y él comienza a cantar con el coro. Él, pregunta, “¿qué ocurre aquí”, se da cuenta el rey de la voces que el cobito era inmortal a su efecto de tomar las voces para su coro. Y el cobito le pregunta, “qué hago yo aquí y... desnudo y toda esta gente desnuda”. Y el rey, a lo que le contesta yo también fui un inmortal como tú y quedé aquí e hice para entretener mi ocio un coro de voces con los mortales que entran aquí. Cuando cruzan el camino en la entrada de la cueva El Claro de Sol mueren en el instante, menos los inmortales como tú y yo. Aquí reímos, cantamos, y gritamos y lloramos. La llamé la cueva El Claro del Sol , porque sólo se ven sombras aquí, no sale el sol, no se vé la luz del sol y todo es oscuro como la misma oscuridad de la noche. Estamos desnudos, porque así nos trajo Dios al mundo. En el reflejo del espejo de tu alma, está sólo el deseo de salir de aquí y aquí no hay más salida. El cobito Perezo, queda atónito, malhumorado, y sin más que la sola soledad llega a debatir entre la oscuridad y el silencio. Y se dice, “pues, busquemos una salida real y que nos deje ver el sol otra vez”. “Ay, inmortal yo ni me acuerdo del sol”..., dice el rey de la cueva El Claro Sol. Soy como un vampiro, no puedo ver yá el sol, o me desvanezco con el. Aquí entran muchos murciélagos y creo que soy uno de ellos. Y el cobito Perezo, más anonadado queda sin fuerzas para buscar una  salida en esa cueva. Llega la noche, ellos dicen que es la noche, nadie sabe, no se vé el sol, y comienza el cántico del coro en la cueva. Y cantan… “la noche se viste de soledad cuando llega el silencio aquí…”, “es estridente a mis oídos”, dice el cobito Perezo. Y vuelve la risa escondida, llorando en vez de reír, y el cobito Perezo, se sienta en una esquina donde un rayito de sol sale. Él, se dice, “es un tragaluz”. Excava y socava tanto, que de su interior sale una pequeña luz, y es la casa donde vivía el rey antes de entrar y quedar varado allí como rey de la cueva El Claro Sol. El bosque El Corral, es un lugar donde el que entra no sale. Por eso lo llaman así, El Corral. Es un cuadrilátero donde el que pernocta allí no halla más salida. El cobito Perezo se prepara para hacer la caída hacia esa casa debajo de la cueva y se dá cuenta que era un atrio donde el rey cuando niño jugaba allí. Pero, qué pasó, un terremoto enterró la casa y él se quedó así, como todo un rey soñando y soñando…

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  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 13 de octubre de 2016 a las 00:02
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 27
  • Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
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Comentarios +

Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Una maravilla tu hermosa prosa estimada Zoraya...
    Un grato placer haberlo leído...
    Un abrazo de amistad...
    El Hombre de la Rosa



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