Apreté la rosa contra mi pecho,
quise olvidarme de espinas,
tan dañinas,
que podían quitarme la vida.
Calma,
que precede a una tempestad,
tan cálida que no da miedo.
Mis manos hacen de mis pensamientos,
de mi maldito sueño,
algo de provecho.
Aunque nunca seré capaz de hablar,
de contarte que sufro,
quizá sea mejor así.
Ya no sé lo que está bien,
la tempestad lo engulle todo,
simple y cálida tempestad,
que llegó a mi hogar,
que hizo un huracán,
en mi corazón.
- Autor: Nenufardeldesierto (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de octubre de 2016 a las 07:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 34
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