Una vez me dijeron que las expectativas no sólo no lo son todo,
sino que se empeñan en minar lo bueno que se brinda sin superarlas.
Cuánta razón tienen las expectativas cuando lloran por esos besos que no llegan.
Más razón tendrán los ojos que sollozan por un amor platónico que no llegó nunca.
Y ambos tienen razón nula, porque no ha pasado nada por lo que suspiraban.
A lo mejor, incluso en estos días inciertos y que pesan al caminante expectativo,
una mirada de los ojos que más podrían satisfacer sus ansias de gloria
ha pasado desapercibida entre los rayos de un fuego que no estuvo siquiera en ascuas.
Caminante expectativo que esperas en la distancia a que suceda algo,
asimila que ya ha sucedido, que estás aquí para cumplirlo y hazlo.
Caminante expectativo que te retuerces en una esquina sollozando,
como los ojos que sollozan por un amor platónico que no llegó nunca,
déjalo todo y brinca y baila con los ojos y con los pies y con el alma,
que no se diga que te quedaste en tu esquina sollozando, como los ojos
que lloraban por ese amor que nunca se acercó a mirarlos, como esos labios
que te dejaron sediento en aquella esquina para que no pudieras perseguirlos.
Ríndete al deseo y desea todo lo que puedas, porque esta vida es corta
y si te despistas... ¡ay de ti si te despistas!
Ríndete a la pasión y fuma y bebe y ama y ríe, que este continuo es sólo eso,
un ríndete en un rincón, en una esquina,
hasta que se sequen los labios de los besos que no diste,
hasta que se te sequen los ojos de ver los suyos sin parpadear un solo instante,
hasta que los pulmones no rindan, hasta que no respiren el aire que te llena,
el aire lleno de esa vida que se escapa a cada momento que pasamos contemplando nuestra existencia.
Ríndete a los lujos y deja que te saturen los sentidos de flores y primaveras,
de hojas y otoños dulces, de veranos y campos verdes y también de inviernos y sus hielos azules.
Ríndete al deseo, ríndete como si fuera el último día sobre la tierra y no hubieses conocido nada.
Ríndete como si no quisieras estar jamás en aquella esquina de la que saliste cabizbajo
al otro lado de un vagón que no era el tuyo, y vive y sueña y canta y baila y besa.
Ríndete cuando te mire desde lejos la mujer que más te gusta o en la que menos habías pensado,
déjate querer y quiere y ama y ama y ama... ¡ay de ti si no amas como si fuera hoy el último día!
¡Ay de ti cuando recuerdes que no amaste aquellas piernas como si fueran las últimas que verías!
¡Ay de ti cuando recuerdes que no quisiste buscarla cuando se había perdido para no estar contigo!
Ríndete al desconsuelo y desconsuélate, que del llanto viene una paz infinita que nunca has conocido.
Ríndete al resto de la habitación que no conoces, sólo en aquella esquina, sal de ella y enfrenta el mundo
y grita y vuela y corre y brinca y recita los versos que escribías para ella en las orillas de su alma.
- Autor: Juan MaGO (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 17 de octubre de 2016 a las 11:26
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 87
- Usuarios favoritos de este poema: Flor Erendira
Comentarios1
Wow ¡Que mensaje! Perfecto para iniciar la semana. Me gusto mucho. Saludos.
Muchas gracias Flor!! Un placer que te haya gustado.
Un fuerte abrazo.
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