CERILLOS Y PLEGARIAS

Adrian Labansat

He llegado al templo,

el fuego está incendiando

la orilla de los cerillos

alumbrando la noche desesperada,

se calcinaba el índice de una bendición

que intentaba encender las plegarias apagadas

en tantas orillas como en tantas noches

que viven conmigo desde hace muchos años,

esas orillas donde Dios arde de muchos modos,

esta caja de cerillos donde guardo la ultima plegaria que sostengo,

para que no se caiga con lo existe en mi, en esta desierta oscuridad

que extingue las certezas, donde aun cerca del calor la fe muere de frío,

 

no tengo cirios que cobijen estas noches

para que alumbren el camino adentro y oscuro

donde se está ciego de tanto levantar la mirada,

donde hay un Dios caído y herido,

se  está apagando por dentro,

se está muriendo mi Dios en la oscuridad que cierra sus ojos.

 

Se perdió la dignidad allí donde su muerte,

no hay quien resucite la redención,

no hay quien cure sus heridas,

no estará para que mis dedos desenvainen los clavos en sus manos

ni mis ojos ciegos en la oscuridad le busquen

llorando el vinagre sobre sus labios

cobijando con mis brazos el sepulcro vacío

pálido y derrotado como yo mismo

en esta noche de nublados mis rodillas marchitan

no hallo aliento de su boca

sus manos son un corazón atravesado

el árbol que pario su cruz se ha secado

la mariposa en el insectario de madera lo recuerda

mientras un murmullo vuela desde mis labios.

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