SEGUNDA CARTA.

Hace 4 meses, hace ya cuatro meses que pareciera poco tiempo, para nuestras almas que esperan arrancar de nuestros cuerpos algún día, en ocasiones lo desean desesperadamente, en otras se encariñan tanto, que es doloroso para ellás abandonarnos. Y pareciera largo, cuando sentimos llevar el corazón sobre nuestras manos, mirandolo fijamente, y ocultandolo tras la espalda, cuando alguien pregunta con curiosidad -que llevas ahí-, ya hace ese tiempo que esperaba escribirte, que deseaba contarte muchas cosas, que solo intentaba decirte la verdad.

Deja te cuento, he sido mi peor enemigo en este estrecho tiempo, mi madre dice que no importa, que tu lo sabes al fin y al cabo, y que a lo  mejor mi cariño lleno al menos un poco tu vida, tu soledad, e incluso que en mi corazón, un espacio dejo de estar vacío, yo no le creo, pero finjo amablemente con esa sonrisa de engaño que todos conocemos, esa que aunque sea muy dolorosa, no obliga a más que sonreír de vuelta, a ya no volver a preguntar. 

Leo la carta que te escribí en ese momento, maldito imbécil, eso debiste decirme aquella vez, eso es lo que yo mismo me considero ahora, letras sin termino, ni fin, letras de un pequeño asustado que temía mucho sufrir, justo en este momento escucho al cancer, y como si me conociera, pregunta, - y la felicidad qué?-, lo mismo me pregunto cada mañana, que omito sentir, para no sufrir.

                                                      Recuerdas que te dije, que tus mejillas asemejan dulcemente a pan de azucar.

recuerdo todas las veces que mire tu risa, sin saber siquiera que se impregnó en mis pupilas, recuerdo tu sonrisa, pobre de mi, que esa hermosa luz se convirtiera en solo un recuerdo el cual no espero olvidar, la cual espero volver a observar. 

esta es la carta que debí haber escrito hace mucho, delgada mía, voz de cielo, esta y no otra es la carta que debí haber escrito hace mucho, la que declare mi egoísmo hacia ti, en la que te gritara que espero que seas mía, y espero ser tuyo, dejando de lado el libre albedrío que Dios y el Diablo me han regalado. esta debío ser canela mía, la tristeza y desesperación que debí sangrar ese momento, para que mis sentimientos te alcancen, en donde debí decir que espero cuidarte y protegerte, no del mundo, porque no puedo cuidarme de el ni yo mismo, pero que esperaba cuidarte de la soledad, del frío, del miedo, de las noches largas en las cuales no consigues dormir, y de los días sombriós que te recuerdan los fantasmas del pasado. debí decirte dulce, que necesito de tus besos, de tus abrazos, necesito que estés conmigo, para cuidarme de mi, de todo, y de mi, para darte lo único que ofrezco, mi cuerpo, mi alma, y mis fuerzas, mis versos y este corazón, que cubierto por este ser que razóna, esperaba darse todo pa ti. 

Pero cobarde yo, solo supe disimular, disimular muy bien, como tu y yo sabemos hacerlo, como sabes que actúa este imbéciles que ha sufrido la trágica suerte de caer en la abismal serenidad de la lúgubre soledad, en donde se ha sentado, en donde siente comodidad, desde donde mira al mundo, como solo el, y aquellos saben hacer, así he sido cobarde monte, tanto que transforme nuestros sueños que crecían libres, en sensatez, de aquel que esta perdido, en una realidad, que no es suya, ni de otro, de aquel que vive en una película de la que no es participe, en eso que ni yo mismo se como llamar. pero que cuando lo menciono solo me provoca las más profundas ganas de regurgitar. 

perdón, perdón, espiga, si fui yo el tonto, perdón por amarte y notar la tristeza en tus ojos, perdón todos los días te pido, por ser un hipócrita y mostrar esa sonrisa. Perdón yo mismo me pido, por ser cobarde, y no amarte, perdón pero ya ni siquiera se que más escribir en esta carta, que hasta ahora, es la más sensata, la que de verdad debías conocer.

recuerdas que hace ya 4 meses te escribí una carta. ha pasado mucho, o tal ves poco, como tu lo mires, y ahora muestro lo que de verdad debí escribir ese momento.