La mar hermosa turquesa y bravía
su abrazo fuerte y gélido,
se impregno muy dentro,
e impelido a los más profundo.
El viento en su rezongo y pifiando
como Othar, me avasallo, me aplasto,
con rigor en su andar y me fue imposible
levantar.
Fueron fuego como lenguas
que dentro de mí renacieron,
encaramaron a todo mí ser,
tras la hija ardiente de una pasión.
- Autor: José Antonio Vilela Medina ( Offline)
- Publicado: 6 de noviembre de 2016 a las 04:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 18
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