Incineración.

Ya mujer, hazlo, hazlo de una puta vez. No me mires cuando lo hagas, ni siquiera me toques.
Tapo mis odios, no quiero que más de tus palabras tengan contacto conmigo, haz como si yo fuera quien arranco la flor de tu jardin o aquel idiota que prefiere el día soleado, sólo por que así está lejos de la enfermedad. El muy idiota ama el frío.
Tómame por otro más que prefiere el escandalo sólo por el miedo al silencio.
Tómame por eso que ven tus ojos, pero tu atención decide no ver, piensa que soy yo el que apaga las luces cuando te quedas a obscuras.
Quiero que me traspases y te arranques de mi, pero hazlo lento, hazme sufrir, diseccioname palabra por palabra, gesto por gesto. Eliminame con tu encantadora sonrisa de mujer avergonzada, después,  avientame al magma frío de un olvido forzado, sácame el corazón y llévatelo sin tocarlo, tiralo donde tu quieras, pero hazme un favor, tiralo donde pueda ahogarse, así, ya no le podrá entrar nada. Si no es así, quemalo, haz que quede sentido de quien lo llevo a la hoguera. Tal vez así aprenda que con quien fuego se mete, al panteón llegá, y quien a panteón llegá, siempre estará caliente.