En cada esquina buscaba tu nombre, tu cara y hasta a veces tu nariz. Caminar por Montreal se había convertido en una búsqueda del tesoro pero sin uno en verdad. Tu nombre volaba entre mi pensamiento día y noche, se quedaba ahí hasta que ya se cansaba de tanto llamarte. Sin embargo llego el día en que mi desesperación te llamo a gritos y tu solo me cortaste las alas, te dije mil veces que vinieras, sin embargo nunca quisiste solo me dejaste caer. Aunque mi alma te siga llamando aprendi la lección de dejarte ir.
- Autor: Mr. W (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 19 de noviembre de 2016 a las 19:02
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 37
- Usuarios favoritos de este poema: Marc Tellez Gonzalez
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