Conocí la muerte, traía besos en sus nudillos y los dejaba caer sobre mi cintura, vientre, cuello y mis labios. Se apretaba contra este cuerpo amargo, frío, que volvía a la vida
escuchando los latidos de su corazón, cálido, dulce, - Como una maldita tarde de otoño -.
Llevaba los ojos incendiados de un rojo inefable, mientras su piel me quemaba como las puertas del infierno.
Un sabor a cielo entre sus besos, una ola golpeando las fuertes rocas; eran sus manos sobre mis muslos, presionando como si desease no soltarme jamás.
El sonar de mis hueso acompaño la tarde acalorada... cuando comenzaba a introducir los dedos en mi espalda y labrando caminos llegaba hasta mi alma.
- Autor: Cain Wilde ( Offline)
- Publicado: 27 de noviembre de 2016 a las 10:44
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 20
- Usuarios favoritos de este poema: borage2, Mauro Enrique Lopez Z., Diego Nicolás García Contreras
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