¿Por dónde debiera empezar este poema?
Son tantas las cosas que te distinguen…
y tanto lo que me deslumbra…
¡Ya sé!
Hablaré de la copa escarlata
que alumbra tus mágicos e indecisos dátiles
que son verdes como la Amazonia cuando el sol
osado se atreve a mirarlos, y
azules cuando le concedes a la luna en ellos
reflejarse.
Tal es la concepción de tu mirada
que tu tronco, como Polifemo, se yergue
magnánimo para imponer tu
libre e indomable
espíritu sobre los condenados, los traicioneros.
¡HE AHÍ LA VERDAD!
Pues son rotos los corazones que
pretenciosos
creyeron que podrían poseerte,
desafortunados al perder tu gracia, tu
favor para probar tu fruto latiente.
Algún día Neleida arbórea…
algún día, algún vástago de Eros
digno de tu don, se deleitará
con la visión de tus dátiles
y
no los mantendrá en su mano,
ni en su muro,
sino los sembrará para demostrar
que todo aquello que rompió, alguna vez creará.
Pues no eres una simple palmera, eres el
árbol escarlata de marina pasión.
Fimbultýr
- Autor: Kevin_AfGo ( Offline)
- Publicado: 28 de noviembre de 2016 a las 13:29
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 59
- Usuarios favoritos de este poema: Alexandra L
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