30-11-2016

Y te pensaría escribir algo, algo de lo que siento y que a veces aunque me revoloteen sin cesar un sinfín de ideas mientras permanezco en vela y un sinfín más mientras mi ser se sumerge en mundos oníricos, creo que las palabras no podrían alcanzar a eso que siento por ti, por tus anhelos por tu matices y tus tactos en todo momento.

En todo momento en que permanezco contemplándote a la rivera de la realidad donde el tiempo no me preocupa y el mundo parece aparte, parece pequeño y frívolo mientras te recorro etérea con la mirada. Te recorro a tramos largos y a destellos efervescentes, donde encuentro tus lunares, tus líneas, tus ojos, la piel de tus tobillos; mirándote detenidamente que en mi perspicacia sonaría al soneto de la primera vez que te veo.

Pues así te quiero con tus aristas y tus bordes, en los que podría perderme en un laberinto que también deja libre pese a los temblores de mi ser al tenerte cerca y el estrépito de mi corazón llamándote descolocando cada palpitar. Que si paso mis dedos por tu piel será mejor que las notas de un piano, mejor que el arte que ostento aludir  que es despertarte a besos cubriendo tu rostro, o una larga historia de amor relatada en breves por las manchas de Rorchach o que todo sea perfecto por tu voz a través del teléfono.