Avanzaba el tren perdiéndose en medio del bosque helado. Parecía un paisaje encantado. Todo estaba cubierto de nieve. De vez en cuando se veía el humo que salía de alguna chimenea cercana, provenía de alguna cabaña perdida en medio del paisaje. Algún siervo asustado se veía correr perdiéndose en el horizonte. Nos adentramos en un silencio profundo; solo se escuchaba el toser de algún pasajero y algún comentario, mas en general reinaba el silencio.
Imposible no pensar en estas circunstancias. Te invaden, sin querer un cúmulo de recuerdos y sentimientos ligados a los mismos. Increíble lo que es la memoria, sobre todo la “memoria afectiva”. Esa que se activa con un color, un olor, una figura, trayendo no solo el hecho, sino en forma particular, lo que se sintió en aquel preciso momento. Algo automático que no se puede controlar. Basta la percepción y ya.
Bastó el olor a café, que provenía del bar para trasladarme a aquel momento. Ahí estaba, sentado frente a él mientras contaba historias antiguas. Tendría unos noventa años en aquella ocasión. Lo recuerdo como si fuera ayer. Su barba blanca al igual que sus cabellos. Una cosa curiosa, por la cual se caracterizaba mi abuelo materno, eran sus cejas. abundantes y completamente oscuras. Resaltaban con sus profundos ojos negros como el ébano más puro. Sus manos eran grandes y hablaban de labor cumplida por luengos años.
Su voz era profunda, pausada y sonora. Su metro noventa podía intimidar al más fuerte. Conservaba una figura fuerte, con sus músculos bien definidos. Para mí, a tan solo siete años, era una especie de héroe, mi héroe.
Tenía una extraña costumbre. Después de cena, no podía ir a dormir, sin tomarse una taza de café. Mi madre se lo preparaba con cura, mientras tanto se sentaba en su mecedora y comenzaba el momento mágico. Otrora había sido marinero. Llegó a tener, junto con sus dos hermanos, un barco en el que transportaba mercancía. Viajaba desde Margarita, de donde eran nato, hacia el Delta del Orinoco. Iban a buscar café, cacao, copra, frutas varias y la trasladaban a la isla. De ahí se vendía al extranjero. En uno de esos viajes, uno de sus hermanos contrajo el tifus. Enfermedad para aquellos años mortal. En el Delta del Orinoco se podía contraer la malaria, la fiebre amarilla o el tifus. Había que tener mucho cuidado sobre todo con el agua y la picadura de los mosquitos.
Mientras se mecía, contaba sus historias. En algún momento se quedaba en silencio y una vez, le vi una lágrima recorrer su cansado rostro. A mi pregunta de que le pasaba, si estaba triste, me respondió: “es una pelusa que me ha introducido en el ojo hijo, nada de qué” Yo hice el ademán de creerle. Aquello quedó grabado en mi memoria. Aquel hombrón, fuerte, invencible (para mí) le había visto llorar. ¿Qué recuerdo habría surcado por su veterana mente en aquel momento?
La historia que siempre me sorprendió, fue aquella de la “tormenta fantástica”, así la llama yo. Habían atravesado infinidad de tempestades, pero aquella fue particular. A mitad del viaje, cuando ya estaban en el Atlántico norte, vientos huracanados sorprendieron al barco. El sol se ocultó bajo oscuras nubes. Se desató el mal tiempo. Estuvieron a punto de naufragar. La corriente marina los llevaron a una isla donde pudieron atracar. Fondearon el barco y fueron a guarecerse en aquella porción diminuta de tierra. El mal tiempo duró una semana entera. Se guarecieron en una choza que encontraron, dentro de la misma vivía una encantadora anciana. Les recibió cordialmente y puso a disposición lo que tenía. Cuando le preguntaron cómo se llamaba la Isla, respondió que no tenía nombre alguno. Que era simplemente una Isla. ¿Qué importaba el nombre que podía tener? A la pregunta: ¿Con quién vive usted aquí? respondió: Con Dios y la Virgen, ¿qué mejor compañía? ¿Y como subsiste usted, noble anciana, es decir, quien le trae lo necesario para vivir? Pues la Providencia hijo, la Providencia. Era una mujer de pocas palabras. Tenía en aquella choza de todo: fruta, agua en abundancia, gallinas, pavos, cochinos, etc. ¿Pero quién la ayuda con todo esto? Pues el ángel de la guarda hijo ¿qué mejor ayuda que él?
Una semana estuvieron en aquel rancho. Mi abuelo estaba preocupado sobre todo por la embarcación. La habían dejado bien fondeada, pero la tormenta era fuerte y temía que pudiera sucederle algo malo. En una ocasión la anciana se le acercó y le dijo: “hijo, no se preocupe. A su barco no le va a suceder nada malo. Tienes que confiar un poco más en Dios. Dios es muy grande. Todo tiene su porqué en esta vida. La tormenta está a punto de cesar y podrán continuar vuestro viaje al Delta. Relájese y disfrute de la tormenta. El mal tiempo también tiene derecho a existir” Aquellas palabras marcaron la vida de mi abuelo, en especial la frase: “Dios es muy grande”, la cual repetía en los momentos difíciles de su vida.
Al calmarse el mal tiempo, ya pudieron proseguir la travesía. Antes de partir, mi abuelo inspeccionó un poco la isla. Había una gran cascada no muy lejos de la choza. Árboles frutales en abundancia: mangos, papayas, bananas, plátanos, tamarindos, mamones… También pudo cerciorarse de un pequeño conuco donde se podían observar plantas de yuca, ñame, batata, papas, zanahorias y otras hortalizas. La cosa no dejó de sorprenderle. La señora les preparó una cesta para el viaje y los fue a despedir a la orilla de la playa. Los bendijo mientras partían.
Encontraron intacta la embarcación. Se prepararon y zarparon rumbo a su destino. A los dos días llegaron al Delta. Entrando por Macuro. Fondearon el barco en "Ceiba Mocha" y de ahí fueron en carro al Tucupita, la capital del ahora Estado Delta Amacuro, en aquel entonces “Territorio Federal Delta Amacuro”.
Mi abuelo buscó en los mapas y no apareció la Isla en la que se había refugiado. Al haber apuntado la posición exacta, hicieron el mismo recorrido de vuelta, pero no encontraron ni huellas de aquel lugar. Entre ellos la llamaron la Isla misteriosa.
Aquella historia me quedó prendada en mi imaginación.¿Fue una historia inventada por él? No era mi abuelo hombre de mentiras. Para mí la historia era verdadera y siempre estará dentro de mis gratos recuerdos.
Mi abuelo murió a los ciento ocho años. Era un hombre sabio. Los años lo había doblegado, porque en su juventud fue algo así como un herrero errante. Un gran navegante que surcó el caribe y el magnífico Pacífico. Su tez aún conservaba el color tostado de tantos años de sol, viento, salitre y mar. Su muerte fue ejemplar. En la noche, después de su acostumbrado café, dio las buenas noches y se fue a su habitación. Me besó en la frente y me dijo: “bueno mi niño, pórtese siempre bien. Por cualquier cosa, si no te veo más, te bendigo. Ve por el mundo haciendo el bien y recuerda siempre, Dios es muy grande”. Al otro día mi madre lo encontró muerto en su lecho. Una sonrisa en sus labios y un rosario entre sus manos. Dulce muerte gloriosa, que sorprendes al ser humano en brazos de Morfeo.
Sumergido en mis recuerdos, en mis pensamientos, gracias a un simple aroma, se anunció la llegada al destino. Cerré mis ojos un instante y oré a mi abuelo: “Viejo, allá junto a Dios, bendíceme siempre y no dejes que pierda jamás la esperanza. Gracias por haber estado en medio de nosotros. Te quiero”.
Bajé del tren sereno. Bien abrigado me dirigí a casa y antes de entrar repetí en mi interior: “Dios es muy grande”.
(DERECHO DE AUTOR. SAFE CREATIVE. safecreative.com)
- Autor: hugo emilio ocanto (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de diciembre de 2016 a las 00:28
- Comentario del autor sobre el poema: Soy creyente, mas no fanático. Considero que todo fanatismo es nocivo. Tengo muchos amigos y amigas que se consideran ateos y nos une un precioso sentimiento. Nos respetamos y los quiero. Un sincera amistad nos une. Comparto este escrito. Precioso recuerdo que me acompaña y cuando menos lo espero aparece en mi memoria. Un abrazo a todos y que tengan una feliz y próspera semana. Kavi. Me uno a las letras de su autor, Kavanarudén, interpretando su relato. Feliz día, amigas, amigos del alma. Hugo Emilio.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 60
- Usuarios favoritos de este poema: Hugo Emilio Ocanto, sanzsant, kavanarudén, Lita_81, Maria Hodunok., Alexandra L, Campoamor, anbel, Rosalways
Comentarios9
Mi hermano querido.
Muchas gracias por interpretar este relato que para mi tiene un especial significado.
En tu voz adquiere vida, fuerza, profundidad.
Te confieso que me he emocionado mucho al escucharte.
Un abrazo y mil bendiciones
Kavi
Mi hermano querido.
Este relato, caló muy profundamente en mi alma.
He tratado de CICIR cada una de tus palabras.
Realidad antológica en tu vida. Una de tantas.
Vibra de emoción mi corazón al escuchar
lo que tú has recordado, amigo.
Mi hermana Marta, me deja encargado que te felicite
por lo que has relato.
Amos lo hemos escuchado, y emocionado...
Eres un prodigioso escritor, poeta.
Un significado muy especial para ti.
También lo es para mí.
Me pasa algo, Omar... no puedo evitarlo.
Lágrimas derraman ms ojos.
Son de emoción y felicidad.
Un abrazo y mil bendiciones.
Nos queda mucho por hacer...
Espero siempre con ansiedad ese momento...
de interpretar tus letras.
Las atesoro en mi alma... porque tú
me brindas a interpretar, lo que tan
maravillosamente sientes y expresas.................
Un abrazo y mil bendiciones, amigo hermano del alma.
Hugo Emilio.
Me dejas sin palabras mi hermano del alma.
Solo me queda agradecerte.
Te confieso que a veces no me valoro, pienso que lo que escribo no es bueno. Lucho contra eso ya que no me ayuda pero....maldito complejo de inferioridad 😔
Quiero que le des un fuerte abrazo a Marta de mi parte. Que la quiero aunque no la conozca personalmente. Si es tu hermana es un ser especial.
Mis letras son tuyas Hugo y gracias por darle vida. Vivo a través de mis escritos.
Te quiero hermano. Cuídate mucho. Tienes tanto que enseñarnos, compartir y dar. Eres un ser de luz.
Un abrazo.
Kavi
Rectifico: CICIR es: decir.
AMOS: Ambos.
Deja tu complejo de inferioridad a un lado.
Sé quién eres Omar: UN GRANDE DE LAS LETRAS.
Tenlo en cuenta, sin complejos...
Le he dado tu abrazo a mi hermana. Ella te lo retribuye.
Es la admiradora número uno de los que estamos en esta página.
Es la mejor hermana... siendo la única.
Es la mejor amiga de los amigos. Todos ellos/as la aman por lo que es.
Es menor cuatro años de los que tengo yo.
La mimada de la familia, en los tiempos que estábamos los siete.
Nuestros padres han fallecido, como nuestros tres hermanos, mayores que nosotros.
Al morir mi madre me dijo : "Cuida a tu hermana" Ha sido una premonición.
Continúo cuidándola.
Vives a través de tus escritos. y yo VIVO interpretándolos...
que nadie se sienta menos. Ustedes son mis hermanos del alma.
Los que quieran, tienen mi voz.
Tú tienes vivencias muy especiales, que llegan al alma... profundamente.
Para mí es el gran deleite interpretar.
Te quiero hermano, tanto como a los hermanos propios que he perdido.
Me cuido, sí. La vida me ha enseñado a amar; Dios me lo enseña todos los días.
Sé valorar totalmente la amistad. Aunque algunos me den la espalda,
los quiero como Dios me enseña.
Compartir y dar... sin recibir nada a cambio. Sólo letras, y talento.
LA LUZ DEL SEÑOR ENFOCA A TODO MI SER...
Un abrazo.
Hugo Emilio.
PD: Ya he de continuar más tarde respondiendo a comentarios de DIOS ES MUY GRANDE.
Precioso y no me resistí a escuchar tan mágica interpretación; que más reflejo de tan bellas expresiones de amor en bellas letras que dan esencia al legado y fortaleza de donde ha provenido Kavi y esa belleza que aferrado a la fe divina, no deja de ser existente en su alma.
Magistrales ambas entregas de tan nobles amigos.
Un abrazo fuerte a ambos y bendiciones
Lita querida
Muchas gracias por acompañarnos.
Hugo, el gran Hugo, Dios lo bendiga y haga próspero, fructífero su don.
Una gran persona al igual que vos amiga. De nuevo gracias por tu amistad.
Te mando un fuerte, fuerte abrazo de mi parte
Ti voglio bene amica cara. Un bacio
Kavi
Muchas gracias Lita por estar.
Agradecido por su presencia y comentario.
Un fuerte abrazo y bendiciones, poetisa.
Hugo Emilio.
Hermoso poema que resalta por su belleza y armonía y me ha encantado leerte. Un fuerte abrazo Kavi.
Gracias Paloma por acompañarnos.
El gran Hugo, con su voz le da vida y profundidad a lo escrito.
Te mando un fuerte abrazo
Kavi
Feliz dia mis amigos del alma.
Ya lo he leído en la página de Kavi...intenso, profundo, historias que solo él puede contar con tanta maestría.
Pero tu voz Hugo, siempre acompaña y esta interpretación especialmente toma otra dimensión...acercándose mas al alma.
Un honor visitarlos. Hasta el lunes, feliz fin de semana a ambos.
Los quiero mucho.!!!!
Mariita querida
Siempre es grata tu presencia, gracias por acompañarnos.
El gran Hugo, siempre poniendo a disposición su don. Le da fuerza y vida a lo escrito.
Te mando un fuerte abrazo de mi parte.
Dios te bendiga
Kavi
Feliz tarde, María, amiga del alma.
Un gran placer tu presencia y comentario.
Hasta el lunes. Buen fin de semana.
TE QUIERO MUCHO, HERMANA!!!
Hugo:
En tu voz los poemas cobran vida.
Un fuerte abrazo del alma en la distancia.
Fabio:
Muchas gracias.
Un fuerte abrazo del alma en la distancia...
Bella entrega, y si; Dios es grande, es apoyo en las horas de desesperanza, es consuelo, alivio en el dolor, y fuerza que impulsa, es el primer llamado ante el temor, DIOS MIO, acompañado siempre por MADRE MÍA, placer de lectura Kavi, una interpretación impecable de Hugo. Felicidades.
Un abrazo, feliz dia, Alex.
Alex querida.
Gracias mil por acompañarnos.
Lo escrito en la voz de Hugo, en su interpretación adquiere fuerza, energía, vida.
Recibe un fuerte abrazo de mi parte.
Se te quiere
Kavi
Siempre el placer de tu visita y comentario, Alex.
Muchas gracias, amiga.
Felicidades.
Un abrazo. Feliz tarde.
Hugo Emilio.
Un abrazo para los dos, mis felicitaciones.
Muchas gracias por acompañarnos, anbel.
Agradecido por felicitaciones.
Un abrazo.
Gracias Ana
Otro abrazo fuerte para ti.
Gracias por acompañarnos
Kavi
Un relato de vida y enseñanza
De grandeza y de admiración
De respeto y gratitud.
"Dios es muy grande"
Sabias palabras.
Un verdadero placer escuchar, dar lectura y comprender.
Gracias Kavi
Gracias Emilio
Amigos de los grandes.
Gracias a ti por tu presencia y comentario, Héctor.
Placer nos acompañes.
La grandeza de tus palabras... deleita, amigo.
Gracias a ti Héctor, hermano querido.
El relato en la voz del grande Hugo adquiere vida y profundidad.
Un abrazo y gracias por acompañarnos.
Kavi
Como bien dice su autor, escuchar este relato recitado es un auténtico regalo, porque las letras encierran un hermoso mensaje y poder escucharlo lo reviste de mas valor.
Un auténtico placer su lectura y su audición.
Abrazos de cariño
Rosa Maria
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