¡Oh, hijo! ¡Oh, mi obra!
Te marchaste.
Me dejaste en desolación,
no sé dónde habrás ido.
¿Por qué tuve que olvidarme de ti?
¿Cómo pude abandonarte?
¡Dolor! ¡Dolor!
Una daga en el corazón se me has puesto;
ni siquiera una imagen quedó de tus tramas,
ni el rumor de tus metáforas al oído.
Si pudieras resucitar, si recobraras la vida.
Abriste solo para mí una rosa,
divulgaste de las olas el canto;
jugabas,
reías,
mas no te quedaste.
¡Oh, hijo! ¡Oh, mi obra!
Te marchaste.
- Autor: Christian Jovani (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de diciembre de 2016 a las 14:06
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 17
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