Había una vez una ciudad llamada Huniyú. En ella vivía aquél duende minero. Cuando el tiempo hizo una lluvia con relámpagos. Cuando en el silencio se hizo una lluvia de emociones. Y cayó el río de agua dulce. Y en el cielo se hizo una ventana y salió un duende llamado Latimer. Latimer era un minero de gneises, en una circunstancia de minero logró obtener más de 100 piedras al día. Él, trabajaba con un cierto agrado en la mina por más de 1500 veces. Y decidió ser esa su labor más codiciada. Y triunfó como nunca antes cuando el duende llegó a la meta de obtener más de 100 piedras por día. Y el minero decidió zarpar lejos en un barco, buscando fama y más fortuna con sus piedras de rubí, jade y mármol. Encontró, pieles de cocodrilo, de leopardo, de leones y panteras en tantas tiendas por diferentes islas desérticas. El tiempo se hizo granizo cuando por la ventana del cielo salió Latimer con sus granizos encontrados en la mina de oro llamada “el baúl del tesoro”. Y lo vió Yunfril otro duende más poderoso en el cielo, en “la ventana del cielo”. Y lo persiguió hasta poder deshacer el hechizo que lo hacía bajar hasta navegar en su barco “el duende rico”. Y se hizo el más rico y poderoso de la ciudad llamada Huniyú, en el cielo. Porque bajaba y hacía lo mismo que Latimer. Un día, cuenta el cuento, que se supo toda la verdad, cuando Yunfril, quedó varado entre el camino que lo hacía bajar del cielo. Y se percató de todo, cuando el hechizo de Latimer, no lo dejó abandonado, al contrario lo ayudó a Yunfril, y los dos Latimer como el tal Yunfril, se hicieron cómplices de la “ventana del cielo”. Latimer hacía en la mina “el baúl del tesoro”, más de 110 piedras reales por día en la mina de oro, Latimer era el más audaz para poder atrapar dichas piedras en la mina, tenía tácticas y estrategias como en el juego del ajedrez, así era Latimer, inteligente, sabio y astuto. Llegaba temprano en la mañana para poder coger un lugar privilegiado. Y que antes habían excavado con mucho ahínco para poder el recoger en poco más de tiempo de excavar y que salgan las piedras preciosas como rubí, jade, zafiros, mármol, y zirconias. Él, en su afán de ser tan rico como cualquier actor de película, como cualquier doctor de la avenida en Huniyú o como cualquier transeúnte que pasaba por el frente, se le llenaba la boca diciendo que, “deseaba tener todo lo que un rico tiene”, y lo obtuvo. Tanto Yunfril y Latimer fueron los dos duendes más ricos de la comarca, de la avenida y de la ciudad de Hinuyú. Cuando un día de mucho trabajo bajo de la “ventana del cielo”, Latimer con Yunfril, cada uno encontró a su barco quemado, distorsionado, banderizado, y más aún lo intentaron de robar. Ellos lo reclaman, lo difunden por el puerto hasta que le reembolsan seguros, mantenimientos, y otros dineros que hay que pagar para tener un barco de ese tamaño en ese puerto. Y cuando intentaron subir por el caminito que los lleva hacia la “ventana del cielo”, el caminito cerró y para siempre. Había que traducir unos jeroglíficos que nunca descubrieron su incógnita. Entonces tenía bastante dinero hecho, descubierto, y más aún, tenían dinero para ser felices, y amar a quien quisieran amar. Pues, así fue cada uno tanto Yunfril y Latimer tomaron rumbos diferentes, algunas veces visitaban la “ventana del cielo” porque se quedaban sin dinero. Tanto Yunfril, como Latimer, quedaron, sin piedras, y sin más dinero que lo que habían comprado con esas piedras. Así, que nunca les faltó trabajo, pero ese era su más codiciado trabajo. El que les dejaba mucho en cambio de poca labor. Se quedaron sin dinero, pero nunca sin trabajar…
**~FIN~**
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 20 de diciembre de 2016 a las 00:04
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 28
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