Todo quedo en el tamiz viviente
la sed apagada a tiempo
la sombra buena cuando todo eran brasas
la voz intacta para dormir la angustia
una ruta y una fronda al final
un tañido solitario en los campos dormidos
el prodigio de tu cuerpo
la espesura de tu estatua que nunca esta quieta
mi canción y mi plegaria en tus oídos
el cauce tributario de tus besos
y el país de tu ternura con llanuras vastas.
Anidarme junto a ti en las tardes rurales
ese refugio donde yo me abrazo
para extirpar las dudas y dejar de ser,
un macho solitario en la colina
y en la quebrada y el cielo de tu piel
hagamos un litoral sembrado al infinito
con tu vientre florado y latente.
- Autor: Carlos Brid ( Offline)
- Publicado: 21 de diciembre de 2016 a las 07:44
- Categoría: Amor
- Lecturas: 56
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
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