Empapado

Aquí me encuentro con el cuerpo inerte viendo caer gotas de lluvia en un charco, formando aros perfectos que se expanden, se unen, se mezclan, se pierden. Y, quizás por sentirme identificado, observo a los gorriones jugar en el charco, picotear el agua, buscar su sustento, construir su lecho. Como si esto respondiera a mi disyuntiva de si estoy cuerdo o locamente enamorado.

Aquí me encuentro buscando lluvia como cuando nos encontró debajo en aquella noche, debajo a aquel cielo. Incluso ya no corro, no busco un toldo o un alero donde refugiarme. Camino bajo el agua sin prisas, estable, loco tal vez, porque es paradójico pero busco en la lluvia la tibieza de tu abrazo, la seguridad que me da tomar tu mano, busco el tiempo que no tiene prisa y lo mágico de no tener un camino cierto que tomar contigo.

Creo que hoy entiendo, lo que puede resultar efímero en el contexto, cuando mi amigo Julio decía “Y nos reíamos como locos mientras nos empapábamos”. Tendría que estar muy cuerdo, ser alguien normal, para entender que hablaba de la lluvia y, quizás, muy loco, muy enamorado, para saber que hablaba del corazón, del alma.

En fin. Aquí me encuentro deambulando, buscando acertar el acertijo de si me gusta decir te quiero porque en verdad te quiero, si amo el momento que lo digo por cuando se dibuja en ti una sonrisa alucinante o si todo, quererte, querer quererte o decírtelo, es lo mismo.

Aquí me encuentro un tanto iluso, bastante embriagado, sin poder evitar decir te quiero, sin dudas empapado.