Una mano negra, una
mirada oscura de libertades
[perdidas en la siembra de esperanza
añeja por la impotencia de centurias]
siendo esclavos de la tristeza. ahora
arañamos los elementos postergados
Acometiendo marejadas
violentas, notas expandiendo el campo-
lenguaje de los entes errantes
de idénticos horizontes
en su repitencia, disponibles
como única condena
-si nada cambia
que cambie el hombre-
A la caricia de tu rayo genético
al galope de velocísimos dedos, domina
la moderna técnica destructora de las reglas
ahora, tu subcultura cutánea, provista de canto
y sufrimientos liberados, ahora que rompes
estas cadenas de reglas y comandas el futuro
yo solo escucho desde mi nacimiento solo viento
esperé por tu llegada y desvanecimiento, milenios
ahora comprendo tú razón escindida
Es mi cabeza quien adhiere las piezas
a la belleza, es mi corazón fuera del pecho
sin localización concomitante a los remotos
latidos, estructura libre de estructura
sobre nuestros pálidos refugios de muerte
remueves estridencia sobre estridencia, cincelando
los bozales de inercia a punta de bronces-martillazos
y desde roncos-contrabajos a los altos-cuernos
enemigos de atalayas vigilantes, se cuece debajo
del orden dominante, una vírica sangre
que es llama y lumbre, al tiempo incombustible.
El sincopado canto del origen
- Autor: Santiago Miranda ( Offline)
- Publicado: 1 de enero de 2017 a las 23:19
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 37
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