cœur

Yo sé que a sus ojos vienen a bailar estrellas,

que el viento le acaricia la espalda desnuda cuando ella despierta y pone una camiseta sobre sus senos,

que la luz del día se debe a su nombre y que en su silueta se ha perdido más de una mujer, sin embargo yo, la recito como poesía y ella cae ante mis versos, mientras mis pasos se sumergen bajo sus aguas y mis pies descalzos caminan en ella, hacia ella, traspasando cada nota que aguarda en medio de su alma,  sutil belleza en la que habita su transparencia.

Yo sé que odia los números y que la monotonía le deja como flor marchita, 

que sus raíces son igual de fuertes a su cabello, que no pasa el invierno sin abrigarse y cuando despierta dulce, me acaricia el sexo. 

Yo sé que al dormir piensa en mí y repasa en su cabeza una frase de poeta escrita por mí; yo sé también que ansia la mañana para despertar a lenguetazos de Frida, a amor de Frida.

Sé que en su vida habita la libertad, que soy amor en su alma,  sin embargo y a pesar de todo, teniendo en cuenta que no guardo ningún pesar, su cuerpo en mí es un deseo inacabado alimentado por sus manos. 

Su alma en mí es el viaje más arriesgado en el que me he embarcado y vaya aventura, vaya maravilla la que causa su voz en mí. 

Su vida en mí es el obsequio constante, la fortuna constante, la pasión constante, el amor a mil pies de altura sin vértigo alguno y sin paracaídas ante el salto.

Yo sé, no de ella, sino de mí, a ciencia cierta y con la vista al cielo que este amor me abarca el alma, la vida entera.