“En Minglanilla ha muerto mi tío Saturnino, natural de la Pesquera que salvó la vida de mi padre junto a mi abuelo cuando se quedó sin madre al nacer, y no tenían ni leche para alimentarlo. Hoy lo están enterrando. siento cada uno de los golpes del dolor que arranca mi sangre como si fuera la primera, y me arrastra, me arrastra en ésta despedida honda donde no cabe la distancia”
El corazón,
en la otra orilla del tiempo.
EL silencio,
se empieza a hacer eterno,
Tras un largo llanto de cristal.
Ya no podremos encontrarnos más
Las raíces y las calaveras
se cubrirán de polvo,
con la llegada de la nieve.
Y tus manos,
tus manos,
cortadas cayeron,
en el suelo lleno de sarmientos,
de la Pesquera.
Cuando las columnas del Gabriel,
te empujaron rodando sobre el agua,
entre los suspiros de los ruiseñores y los jilgueros.
Si puedes por última vez,
en tu enorme pecho todavía rojo,
sentir las manos de tu sangre,
que te llaman como la tierra.
Encontraras mi llanto dentro de tu corazón.
Y mi última beso de admiración,
a quién luchó de madrugada a madrugada,
tan solo con sus manos,
en medio de una nada castiga, pobre y plebeya,
que forjó en ese yunque de dolor desde la cuna,
un alma dorada.
Angelillo de Uixo.
- Autor: Angelillo de UIxó (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de enero de 2017 a las 09:35
- Comentario del autor sobre el poema: “En Minglanillas ha muerto mi tío Saturnino, natural de la Pesquera que salvó la vida de mi padre junto a mi abuelo cuando se quedó sin madre al nacer, y no tenían ni leche para alimentarlo. Hoy lo están enterrando. siento cada uno de los golpes del dolor que arranca mi sangre como si fuera la primera, y me arrastra, me arrastra en ésta despedida honda donde no cabe la distancia”
- Categoría: Familia
- Lecturas: 35
- Usuarios favoritos de este poema: Texi
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