A  TODOS LOS POETAS y MODERADORES - 1 LA HORTELANA EN SU PAZ

 Me disculpo públicamente con todos los poetas por no comentar, no es una postura de desinterés por los demás sino por que a causa de un traumatismo, caída de un techo, donde me apoye en los pies y las dos manos dobladas ,esto me generó una patología crónica- de por vida- que me diagnosticó el traumatologo. Yo mismo soy doctor en kinesiologia de la U.B.A.

Con más de 31 año de ejercicio profesional , así como el traumato he visto muchos casos, precisamente el movimiento digital de las teclas me provoca inflamación. La patología es una tenosinovitis con poliartralgia del carpo y parestesias en la zona del nervio cubital amén del pulgar, ambols, que son los que peor están. Esto me lleva a sacar el dolor con betametasona, un derivado couticoides con efectos adversos. No quiero aburrirlos, mis disculpas pero no puedo y no me gusta mandar mensajesr copiados. Amen de esto tuve 3 dias en coma por una deshidratación lo cual me llevo 3 meses en silla de ruedas y 9 meses de rehabilitación. Me quedó como secuela una mieloptía motora e hiperestésica más perdida de memoria. Bajé 12 kg  de peso y me costó 2 años recuerarlo pese q que fui campeón argentino y sudamericano de levantamiento de potencia y siempre seguí haciendo deporte. Ergo, ya basta de jugar con mi salud. O joder como decimos en Argentina.    Entiendo su postura. Pero tengo que optar. Reitero mis disculpas.

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                           LA HORTELANA EN SU PAZ

Manchadas los dedos de zarza

volvía de su paso la muchacha,

serpenteando se deslizaba entre

las abras azules e imponentes

y cada mañana despertaba

sorprendida con lo vastedad del monte,

y volvía con su paso bajando lo quebrada.

Era el brazo tostado su lecho nocturno,

 la copa del vino

 el rocío interno del espíritu

En las ásperas gargantas

tocaba el siku la soñadora,

se tumbaban los campanarios

para el lado de su morada.

Sola con su familia vivía la hortelana

y solo con su compañía le bastaba,

para llenar el hueco de  paz compañera

con un romántico varón un espacio en creces.

Mateaba todas las mañanas

en su ritual sacro,

bajo la sombra de habladores alerces,

convivían en cercanía un pequeño lago

que traía sonar de peces

y cantando amanecían los rojizos gallos.

Cuando los dedos le decían al mate vasta

bajaban del cerro en escalera

arándanos cultivados por los brazos del labriego.

Ella con afanosa virtud y ademanes elocuentes

revolvía hojas y palos en el enroque del matear consensuado

reiniciando la revuelta de la yerba

y la aprobación gestual de algún soltero.

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