Observo mi vida como niebla;
sin un alma viva,
como bramido de adioses,
como horas perdidas.
Quisiera las manos del Edén,
recoger la flor eterna; su aroma,
su colorido consuelo.
Me falta de quien regala un alivio,
de quien fabrica remedios
para las jaquecas del sentimiento.
No quiero ser el guía muerto
que lleve su corona vieja,
con su nombre de seis letras en el pecho;
solo quiero el profundo resplandor y su arte,
el sabio sable, el lujo del sentido.
No sé si los vientos, no sé si las lluvias
o los toques del granizo o el crujir de las maderas
me recitan tu apellido lleno de poemas,
de compromisos, de brevedades cascándose.
Escabúllete, abandona, se fugitiva...
ya pronto empuñaré con mi zurda,
ya pronto declamaré al anochecer,
fijaré el pavor, y el hierro desataré.
No te quedes conmigo.
- Autor: Christian Jovani (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de enero de 2017 a las 15:42
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 50
- Usuarios favoritos de este poema: Inexistente
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