Llueven lágrimas de lo que tu quieras,
de gozo de tristeza.
He visto llover
detrás de las cortinas
mansamente, desde
mi cálidad pereza.
He visto caer desde mi celda,
una lluvia indolente de
mis soledades ajena.
El cielo hermoso desde la tierra,
por muy fuerte que tu seas,
el cielo no se doblega.
No llueve a voluntad,
el cielo no se gobierna,
hay tierras que se anégan
y otras mueren resécas.
Es lo único que Dios
ni a pobres ni a ricos
niega, lo que los pobres del
mundo quisieran, es que
los frutos del cielo, justamente
se repartieran.
- Autor: argantonio ( Offline)
- Publicado: 9 de enero de 2017 a las 15:46
- Comentario del autor sobre el poema: Cuando miramos al cielo quedamos sorprendidos por tanta grandeza, no tiene principio ni fin, imposible contar las estrellas, sin embargo la creación está aquí, cuando escuchamos los primeros llantos de un recién nacido, o cuando en un día sombrío nos sorprende el tímido vuelo de una mariposa, o cuando cualquier animal de los que nos acompañan, espera de nosotros un gesto, una caricia o una palabra de afecto.
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 45
- Usuarios favoritos de este poema: Diego Nicolás García Contreras
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