Primero fue el oceno de risa inquietante desbordando a caudales la piedad sin nombre en los ojos aterrados de las sombras de piedra del balaustre de tus manos,
luego el aroma de la piel abierta al deseo totalmente en su explendor magnifico de madre selva,
Ahora me ilustro con el contorno de sus ojos, su boca, su menton perfecto, mi adorada idolatra, espejo de luz en calma, mi ventisca hermosa de amor y sexo, asi incipiente apenas como dormida por la briznas de lluvia rozando la fiebre incolume, preso de si mismo, en desventaja conspicua, lleno de todas las flores, de los vacios al besarnos con la furia reprimida en el estomago como cientos de estocadas de animal herido manchado de su propia sangre de su ego abyecto, de la sudorosa lengua que lo penetra y al mismo tiempo lo aniquila, me abrazo a tu pequeña cintura de maga, a los labios grises de tu despedida, canta mi azucena palida temblorosa, dadiva de Dios perpetua, razon de mi ser avisame que el sol nos quema la punta del pubis, avisame que no es cierto este letargo de siglos para llegar a tu regazo, como una leche tibia antigua de mi elemental ser en aristas de olvido, pasa la penumbra, pasa la vida galopando en los galpones de mi espalda, mientras tu te vas serena infinita inacabable sobre las olas turbias de este deseo.
JDQ
- Autor: jesus david quintero (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de enero de 2017 a las 02:10
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 31
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