Solías invocar a la noche su silencio,
su fantástico hechizo gentil.
Tenías sed bendita del cielo,
te deslizabas en lágrimas sinceras.
No eran breves tus alientos,
los suspiros a la boca del suplicio;
dejabas caer el riego sensato del trueno
sobre tus cabellos de lana.
Pero ya desde tus manos
te asemejas a la atmósfera de Plutón,
al hielo del espacio fúlgido, a sustancia de escarchilla.
¿Cómo podrás volver a encender la conciencia?
¿Habrá quien te salve de congelarte?
¡Vuelve Alma mía!
regresa con quien te sustenta.
- Autor: Christian Jovani (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de enero de 2017 a las 16:43
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 52
Comentarios2
muy hermoso
Muy bien expresada la ausencia de un amor añorado.
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