Tendido en el suelo de mi habitación, dormitando, abro despacio mis ojos y miro las paredes a mi alrededor que arraigan un sentimiento de frustración en mi ser, pesar, porque a cuenta gotas me doy cuenta de esta desolación que desborda melancolía a través de mis ojos. la brisa de otoño mece suavemente las ramas del viejo limón del jardín, las acaricia con la ternura que sólo puede concebir un profundo amor mutuo, entonces, se proyecta en mi mente, cual estrella fugaz, el recuerdo de tus labios, el recuerdo borroso de ti que, a pesar de los años, aún me estremece, me conmueve y me llena de nostalgia, ¿en donde estás? Mi mente se pregunta y mi corazón se lamenta, ¿si aquel viejo limón tiene que esperar un año a la brisa de otoño para que lo acaricie con inaudita ternura cuanto tengo que esperar yo por ti?. Mi alma se fragmenta a causa de la soledad que ha transtornado mi mente, quiere escapar de mi cuerpo, la forma que me forma, ser libre, salir de sus propias paredes y liberarse de esta frustrante existencia; pero mi corazón la retiene, su aún esperanzado deseo de volver a verte es la fuerza que ahora predomina en mí. Trémulo y agobiado vuelvo la mirada al jardín, las ramas de un árbol bailan en un va y ven suave, sólo espero que a ese limón nunca le falte su brisa de otoño, cada año vale la pena la espera, lo sé, todo el tiempo que sea necesario valdrá la pena para mí, seguramente. Estas paredes, mi única compañía, son y serán testigo de la eterna espera por mi brisa de otoño
- Autor: Fernando Espinoza ( Offline)
- Publicado: 14 de enero de 2017 a las 00:02
- Categoría: Amor
- Lecturas: 50
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